creo que voy a caer en la locura. hay en mi mente un conjunto de pensamientos que me abruman y que a veces parecen resumirse en la pregunta ¿qué es esta angustia que siento? hace algunas semanas me encontraba en el borde semi pantanoso de un humedal en la comuna de Lampa y observaba taguas, perritos, peucos, queltehues. no creo haber tenido una conexión ni física ni espiritual con esas aves, pero me costaba entender, o tal vez sólo me sorprendía, el hecho de habitar este territorio junto a otros -supuestos- 17 millones de personas y estar ahí solo. ¿de qué tamaño es esto, como para poder estar ahí solo? creo que me abrumaba la inmensidad del territorio, la inmensidad del planeta -7mil millones de humanos-, y la posibilidad de estar en un humedal sin ningún otro congénere. la absolutamente finita -reducida- inmensidad planetaria. la posibilidad humana de definir cada espacio del globo, de contar, uno por uno, cada humedal, cada curso de agua, cada lago, y aún así poder estar ahí, estar solo frente a las montañas -cordillera de la costa- frente al humedal -humedal de batuco-, frente a otro cordón montañoso que se veía a lo lejos -cordón de chacabuco-, frente también a una gigantesca masa de tierra que se veía de fondo -cordillera de los andes. y yo ahí. yo como parte de una humanidad que parece abarcarlo todo. humanidad que parece abarcarlo todo -google street view-, humanidad que parece haberlo recorrido todo, donde parecen haberse acabado aquellos lugares donde "ningún hombre ha estado".
pero esto tiene que ver también con un momento primitivo, podría detenerme para siempre en esto, un momento en que el hombre (entiéndase como ese concepto general del hombre, "el hombre" como todos los hombres juntos), momento en que el hombre descubre, digamos cualquier cosa: el hombre descubre que la mezcla de dos alimentos es más sabrosa que consumir esos alimentos por separado. yo, diferenciado de los demás, descubro. el hombre descubre. ¿para qué?
luego el hombre se aleja. admiro profundamente, por ejemplo, cualquier cosa, digamos, ajenizante al hombre: el final de El Llamado de la Selva: el perro finalmente se redescubre como lobo, se aleja del hombre, es libre. el hombre en cambio se redescubre como hombre. tal vez a veces se redescubra como mamífero, se redescruba como habitante del territorio. el hombre escribe para siempre cuentos y canciones, productos culturales, y habla de sí mismo -historias de amor, historias de guerra, historias laborales, historias de náuseas, historias de incomprensión -el hombre contra dios, el hombre contra la naturaleza, el hombre contra sí mismo--. el hombre como hombre, diferenciado de otros hombres, diferenciado de "todo lo demás", de todo lo que no es hombre.
considérese la posibilidad abrumante de que hubiese sido otra especie, no el hombre, la que lo descubra todo.
considérese la posibilidad abrumante de que el hombre sea solamente la condición para la que el hombre pueda sentirse la medida de todo lo que existe y sea por lo tanto una ficción y al hombre entonces podríamos llamarlo sujeto y así desconfiar de todo lo mediado por sus categorías o dejarse de huevás y reconocerse simplemente un animal que despliega su existencia en los afectos y las potencias y que el lenguaje también es peligroso pero no nos queda otra pasta más que la experiencia y demos simplemente gracias a los dioses o a nadie por el placer y el dolor
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