lunes, 23 de julio de 2012

Declaración aclaratoria sobre los sucesos de la madrugada del 6to fructidor del año 214

Yo, David Ricardo Partidario del Capital, biopolíticamente asignado hombre, soltero, licenciado en Ciencias de la Experimentación Sonora en la Universidad de Talagante; de nacionalidad chilena, RUT 13.200.002-Q, domiciliado en el nº91 de calle Mamerto Cádiz en la comuna de Ñuñoa, Región Metropolitana; inspirado en el documento que escribiera el poeta Rodrigo Lira en 1977 y publicado por Ediciones Universidad Diego Portales bajo el título “Declaración Jurada”, he comenzado a redactar esta declaración de manera absolutamente voluntaria, con el fin de esclarecer mi participación en los hechos acaecidos la madrugada del sexto fructidor del año 214 del calendario revolucionario francés, día del nardo, cuyas consecuencias materiales, morales, políticas, judiciales y seguramente de otras índoles, escaparon de mi voluntad, en el entendido de que en algunas de las acciones en que me vi involucrado durante la mencionada noche, no ejercí mi voluntad, esto es, sucedieron contra mi voluntad, lo que motiva la redacción detallada de los hechos, cuyo acaecimiento, según mi recuerdo de los primeros parágrafos del Tractatus Logico-Philosophicus, son constitutivos, junto a todo lo que también acaece, del mundo físico, esto es: de “lo real”.

Es preciso enunciar, previo al relato cronológico de los sucesos, que la intención aclaratoria de este cuerpo textual, pretende contrastar con la Declaración dizque “Voluntaria” que firmé en la 36º Comisaría de Carabineros, sita en la comuna de La Florida, a pocos pasos de la avenida Doctor Sótero del Río, la que, teniendo carácter legal, no tiene legitimidad, en tanto los hechos que describe no tuvieron lugar en el mundo, esto es, en la buena lectura de Wittgenstein, no acaecieron, por lo tanto no son reales.

La madrugada del sexto fructidor del año 214 del calendario adoptado por la Convención Nacional Francesa tras la proclamación de la Primera República, me encontraba en el suelo de la estación de bencina de la Compañía de Petróleos de Chile, COPEC, ubicada en la esquina de avenida Vicuña Mackenna con Trinidad, a pasos de la población Nueve Mil, en compañía de mi amigo Patricio Espinosa, biopolíticamente hombre, soltero, estudiante del Magíster en Teología Política en la Universidad del Dealer, domiciliado en pasaje Copérnico cuya numeración no tengo a bien mencionar, en el sector oriente de la vía férrea, comuna de Pedro Aguirre Cerda, comiendo cada uno un hot dog y bebiendo una gaseosa Sprite de un envase de medio litro, todo lo anterior adquirido en el punto de venta de la misma estación de servicios, a la vez que fumando ocasionalmente un poco de marihuana en una pipa de propiedad de mi amigo, sin cruzar palabras más que con la mozuela que nos expendió los alimentos y la bebida.

Hasta el lugar habíamos arribado en una motonieve Polaris, color azul, motor de 600 cc, de mi propiedad, la cual, para efectos de alimentarnos, habíamos dejado en el mismo suelo, a escasos centímetros de nuestras posiciones. A eso de las 2 de la mañana, a la estación arriba un camión cisterna de la Compañía de Petróleos de Chile, con el objetivo de rellenar de combustible los estanques subterráneos de la bencinera, lo que se tradujo en el cierre momentáneo de la estación para los vehículos motorizados. Durante esta actividad, de manera imprevista, se acerca a nosotros un sujeto de contextura delgada, de aproximadamente 1,70 metros de altura, vestido con chaqueta de cuero, polerón con capucha, zapatillas, bluyins y un pañuelo rojo amarrado al cuello, quien, dirigiéndose a mí, en señal de amenaza señala lo siguiente: “Quédate quieto o te mato, hueón” (sic). Acto seguido, el sujeto coge la motonieve, la monta y acelera por calle Trinidad rumbo al oriente. Ante la sorpresa que nos causó la interrupción en nuestra alimentación, procedimos a correr detrás del sujeto. En el inicio de dicha persecución, caí en la cuenta de que en el lugar donde nos encontrábamos previamente, ambos habíamos dejado nuestras mochilas, en cuyos interiores, además de materiales de estudio, se encontraba el alma de Marcellus Wallace, dividida en dos; motivo por el cual me devuelvo, mientras mi amigo, acompañante y, a estas alturas, testigo del delito en comisión, continúa la persecución unos metros más. Cabe mencionar en este punto, que si bien el sujeto iba solo, detrás de él una pareja de jóvenes –un hombre y una mujer- caminaron el mismo recorrido que el sustractor, sin inmutarse, mientras se ejecutaba la persecución.

Una vez a salvo las mencionadas mochilas, uno de los trabajadores del camión cisterna de la Compañía de Petróleos de Chile, llama por su teléfono celular a Carabineros de Chile y me comunica raudamente a través del aparato móvil, con un sujeto que, sin identificarse, me pregunta en un registro coloquial los datos de la motonieve sustraída y las características físicas del sujeto que arrancó con ella. Tanto la rapidez de los sucesos, desde el robo hasta la telecomunicación con la supuesta policía, como el habla coloquial que utilizaba mi interlocutor, me hicieron desconfiar de lo que sucedía, al punto de que colgué el celular del empleado de COPEC y se lo devolví, y en reiteradas ocasiones ese aparato volvió a recibir llamados del mismo sujeto, quien, luego, ante mi consulta, se identificó como “capitán Pomposito” (sic), lo cual me pareció demasiado impreciso y acabó de configurar en mi estado de paranoia, la sospecha de que tanto el ladrón como los interlocutores telefónicos y los bomberos de la estación estaban confabulados para estafarme mediante el truco conocido como “el cuento del Tío”, que consiste, básicamente, en desorientar a una persona para hacerle creer algo con el objetivo de timarla. Durante la elucubración íntima de esa teoría, ya había regresado a la estación mi amigo Patricio Espinosa, sin haberle podido dar alcance al sustractor, ante lo cual me resigno a la idea de que me hubieran robado mi tercera motonieve en dos años. Sin embargo, mi desconfianza fue mayor que la resignación y, dado que el bombero de COPEC insistía en que hablara por teléfono con un sujeto que para mi criterio -alterado por el consumo de diversas sustancias- no parecía un policía, tomo la decisión de llamar al 133 desde mi propio teléfono móvil, para lo cual le pido a los vendedores del punto de ventas de la estación de servicio si puedo ingresar con mi amigo a llamar desde allí a Carabineros, a lo que ellos acceden.

A las 2.22 de la mañana disqué la reputada combinación numérica y en comunicación con la central policial, le señalo a una funcionaria haber sido víctima del robo de una motonieve en la COPEC de Vicuña Mackenna con Trinidad, indicándole las características de mi vehículo, ante lo cual ella me aconseja esperar en línea mientras, según escucho, contacta a una patrulla móvil que rondaba el sector, y me pone en comunicación con un carabinero, que resulta ser el mismo “capitán Pomposito” al que yo, minutos antes, le había colgado repetidas veces. Él insiste en que repita las características de mi motonieve y del sujeto que la robó, y luego de comparar mi declaración telefónica con su observación empírica, me manifiesta que me quede en el lugar y no le vuelva a colgar.

Al cabo de pocos minutos llega a la estación una radiopatrulla de Carabineros, con mi propia motonieve sujeta como carga a la parte trasera del vehículo policial, por lo que yo y Patricio Espinosa salimos del punto de ventas, nos dirigimos a la policía, momento en que los agentes me enseñan la motonieve, mientras otro funcionario le pide a mi amigo Patricio Espinosa que reconozca al sujeto, en condición de detenido, sentado en el asiento posterior del vehículo, lo que también resulta efectivo: Carabineros de Chile había detenido al ladrón y recuperado el vehículo sustraído. Un policía, de tez morena, con rango de cabo, me solicita que le narre una vez más lo ocurrido, tras lo cual me expresa: “ya, al llegar a la comisaría, vamos a cambiar un poquitito la declaración, ¿estamos de acuerdo?” (sic), ante lo que yo pregunto el sentido del cambio y me responde que es “para que no salga tan pronto [en libertad, el sujeto]” y que en la declaración oficial debo decir que me empujó, para que el cargo sea “robo con violencia” en lugar de “robo por sorpresa”. 

Comprendiendo el ejercicio de poder que había en el hecho de que yo y mi amigo Patricio Espinosa estábamos ostensiblemente bebidos y drogados, y que la recuperación de la motonieve era un acto de fuerza para que mi declaración fuera compatible con la voluntad de castigo, ante la pregunta reafirmativa del cabo “¿estamos claros?”, afirmo con un movimiento de cabeza, siendo apoyado anímicamente por mi amigo, acompañante y testigo, quien me recuerda que ya no hay vuelta atrás. Una camioneta policial adicional se acerca a la estación, en cuyo interior nos trasladamos yo, mi amigo Patricio Espinosa, y la pareja de carabineros que la conducía, con la motonieve sujeta con esposas al pick-up del vehículo policial, hasta la 36ª Comisaría de La Florida, lugar en el que debimos esperar cerca de tres horas, durante las que, entre otras cosas, nos hicimos amigos de un perro al que llamamos “Flato”, bebimos café y chocolate caliente de una máquina expendedora marca Vendomática, antes de que nos hicieran declarar la situación que le acomodaba a los funcionarios.

En el transcurso de ese proceso, ocurrieron algunos hechos de carácter llanamente delirante, como una conversación entre mi amigo Patricio Espinosa y el capitán Pomposito sobre el comportamiento ético de los personajes de la teleserie Amores de Mercado, una llamada telefónica en altavoz a la Fiscalía Oriente durante la que el capitán Pomposito hizo muecas burlescas en alusión a la burocracia de la funcionaria judicial, y constantes bromas pueriles entre los carabineros del tipo “¿y su hermana, mi cabo?”, tras todo lo cual, finalmente, conocida por nosotros la identidad del asaltante, José Alejandro Bernales Ramírez, 23 años, con antecedentes por robo con intimidación, robo de lugar habitado y robo de lugar deshabitado, y el procedimiento a seguir en la audiencia de formalización, nos retiramos de la mencionada comisaría, con la motonieve y una copia cada uno de la Declaración “Voluntaria” en la que ambos inculpamos a Bernales Ramírez de haberme empujado para asaltarme, lo que, asumiendo la veracidad de la presente declaración aclaratoria, no constituye un hecho real, en tanto no acaeció.

domingo, 22 de julio de 2012

La cosa va así: un grupo de vendedores ambulantes está con sus productos afuera del metro Santa Lucía, en la calle San Isidro, unos pocos metros al sur de la Alameda. Tienen los productos puestos sobre paños adaptados ingeniosamente para poder tomarlos por las puntas y guardar sus cosas casi instantáneamente, pudiendo irse pasando desapercibidos. Como llueve, algunos vendedores ofrecen paraguas malos por la módica suma de mil pesos, y mucha gente los compra, pensando tal vez en usarlos sólo un par de veces y sabiendo que rápidamente van a dejar de funcionar, pero llueve y la opción es mojarse o comprar el paraguas. Los demás vendedores están debajo de unos techos donde no llega el agua, venden sus productos, conversan entre ellos, se fuman su cigarro, la gente compra cosas que necesita, los vendedores jamás se van a hacer millonarios con ese negocio, ni parecen estar molestando a nadie. Mucha gente pasa mirando los productos y algunos se quedan mirando alguno, puede que lo compren o no, pero es interesante ir por la calle y ver productos útiles y necesarios a precios bajos. El libremercado.
De pronto por la calle Alonso Ovalle aparece un vehículo, una camioneta, digamos, de hace unos 10 años, que se nota que ha estado largas temporadas en servicio activo. La mitad de abajo de la camioneta es verde y la mitad de arriba es blanca. Con su aparición los vendedores se ponen alerta, algunas mujeres casi toman sus paños del suelo, pero la camioneta sigue lejos. El conductor estaciona el automóvil en la calle San Isidro, a unos 100 metros del comercio, pero nadie se baja. Pasa uno o dos minutos así. Los vendedores siguen vendiendo pero con un ojo puesto en la camioneta. Al rato, de un momento a otro, el conductor acelera a toda velocidad, en esa camioneta cuyo motor ya viejo suena fuerte, en dirección directa hacia los comerciantes. Éstos salen corriendo, cada uno por su lado, a algunos se les caen productos pero siguen corriendo. Algunas mujeres ríen mientras corren. Un hombre vocifera un insulto para el conductor. La camioneta sigue acelerando. Aunque esa calle no sale a la Alameda, se acaba un poco antes, avanza directamente como si quisiera chocar. Un poco antes del accidente frena en seco y por un instante el conductor pierde el control del vehículo, pero es hábil y lo retoma rápidamente. En su cara de unos 50 años se ve una amplia sonrisa, él se ve satisfecho. Incluso da un pequeño bocinazo como para terminar de ahuyentar a los comerciantes.
Puta policía y la conchetumare.

jueves, 19 de julio de 2012

Talagante Expirience

Lo que hicimos:


LLegando allá nuestro unico dato concreto era que la población flotante de Talagante era en ese momento de por lo menos 3 personas.

Entonces acá dejamos otros videos de Talagante

Estamos contentísimos al confirmar que más de alguna vez se ha interrumpido la vialidad en talagante desde la epoca de la colonia



y una amena pelea



miércoles, 18 de julio de 2012

Pictograma de según imagenes google N2 Las ultimas palabras de Pancho Villa


Para este procedimiento se buscan individualmente cada una de las palabras de la frase en imagenes google y se selecciona la primera imagen, si la palabra está repetida se seleccionará la siguiente.






martes, 17 de julio de 2012

Crónicas musicales: chico buarque y yo

Al Chico Buarque lo conocí en un carrete de un loco que después nunca más vi. El Chico medía más o menos un metro y treinta centímetros, tenía la cabeza plana y casi no le quedaban dientes. Se sentaba en un rincón del carrete con un vaso de piscola y trataba de entablar conversación con la gente del carrete, pero lo que decía era tan raro que nadie lo pescaba.

“A moça feia debruçou na janela pensando que a banda tocava pra ela”.

Cuando yo me le acerqué me dijo lo siguiente. “¿Tú conoces la temperatura exacta para que el pan se tueste pero no se queme en un tostador puesto sobre una estufa a parafina?, y la distancia que hay entre el tostador y la llama de la estufa, ¿reconoces centimétricamente su existencia?, o, en otro tema, ¿sabes cómo caminar por la calle sin que nadie note tu presencia?, ¿comprar en un almacén cualquiera procurando que el vendedor jamás se acuerde de ti?, ¿conoces, acaso, la fórmula perfecta para que tu humanidad pase desapercibida por el tiempo y el espacio?".

“Para o bem de quem tem bem, de quem nao tem vintem”.

Su monólogo no iba a nada, no me dejaba responderle: “¿Cuántas veces habrá habido en el planeta bosques gigantescos desaparecidos por causas naturales, no humanas?, ¿cuántos bosques, desde la aparición de vida en el planeta, habrán sido presa de plagas, pestes, virus, bacterias, mamíferos no humanos, insectos, plantas invasoras, etcétera, etcétera, etcétera?, y ¿estás seguro de que la posición que tomas cuando te sientas en ese sillón es la más cómoda posible, o la que te permite beber y conversar de manera más eficiente?, ¿no crees que las posibilidades de encontrar mejores posiciones para sentarte son superiores a las ganas que tienes de quedarte quieto?, ¿es posible que alguien esté preocupado de eso en una fiesta como esta?, ¿habrá sido necesario organizar esta fiesta, celebrar este cumpleaños?".

“Vem que passa, teu sofrer, se todo mundo sambasse seria tão fácil viver”.

Yo hice algo así como tocarle el hombro y alejarme, pero él no dejó de hablarme hasta que dejé de escucharlo. Decía: “…¿y si yo quisiera ahora mismo empezar a bailar?, ¿podría hacerlo?, ¿podría hacerlo, por ejemplo, contigo?, ¿ahora mismo? ¿Habrá alguna manera de desplazarse por el planeta, por no decir por el universo, a vuelo de pájaro, en líneas perfectas que se interrumpan sólo por circunstancias climáticas y no geográficas? ¿Puedes definir con exactitud qué tan abierta quieres que esté una puerta que dejas sólo un poco abierta, o esa decisión la tomas casi azarosamente, sólo un poco más o un poco menos abierta? ¿Eres capaz de subirte, ahora mismo arriba de esa mesa? ¡Ahora mismo!".

“Debaixo da ponte, cantando; por baixo da terra, cantando”.

jueves, 12 de julio de 2012

Llevo cuatro años sin estornudar

Lo que le estaba diciendo es que cuando yo era un niño no podía estornudar más que una sola vez por ronda de estornudos, es decir, cuando estornudaba, era un estornudo solitario, individual y potente, un buen estornudo que siempre era capaz de despejar lo que fuera necesario despejar de mis vías respiratorias, pero hubo un día, recuerdo perfectamente en qué parte de qué colegio estaba yo, debe haber sido entre las 8am y las 16pm, comuna de Santiago, un día que yo tenía ganas de estornudar y cuando se acabó el primer estornudo, oh sorpresa, sentí como que otro estornudo se formaba en mi cara y de pronto, ¡pum!, otro estornudo, igual de fuerte, igual de potente, y mis vías respiratorias tan bien como antes las habría dejado un solo estornudo, y desde ese día, yo lo encuentro extraño, siempre estornudé dos veces, nunca volví a estornudar sólo una vez por ronda de estornudos, yo ese día puedo haber tenido diez, once ó doce años, no sé, me acuerdo por el colegio, pero eso de los dos estornudos duró sólo un tiempo y, tal vez, unos cinco u ocho años después, me pasó lo mismo, que un día, de la nada, estornudé tres veces y empecé a estornudar siempre sólo en rondas de tres estornudos. El siguiente cambio fue mucho después, a los treintaiocho, o sea que estuve unos dieciocho ó veinte años estornudando siempre en rondas de tres. A los treintaiocho empecé a estornudar cuatro veces. Esa vez me pasó que ya era la tercera vez que mis estornudos aumentaban uno, así que cuando terminé el tercero, como que ya sabía que se venía el cuarto, sentí algo, parece que una sensación muy particular de picor en la nariz o en las orejas, o cómo se me apretó el pecho, incluso puede haber sido la situación de obstrucción de las vías respiratorias, ¡pum! cuatro estornudos, ahora que lo pienso siempre he celebrado un poco cuando se suma un estornudo, quisiera estornudar las veces que yo quiera cuando estornudo, quisiera poder estornudar una sola vez o quince veces, según el espacio y la gente que me rodea, pero no, desde los treintaiocho y hasta el doce de julio del 2012 estornudé siempre cuatro veces. Esa fecha la recuerdo porque es eso lo que vengo a contarle. Yo ese día me levanté tarde, como a las 13:30pm, arrepentido de dormir tanto, almorcé y me puse a fumar marihuana, tenía cuarenta y tres, llevaba cinco años estornudando en series de cuatro estornudos, no estaba resfriado ni tenía ningún problema particular en las vías respiratorias, terminé de ver el noticiero, me fumé un par de quemadas más y salí a la calle, tenía que ir al centro a hacer un trámite, pero no más salir me vino ese picor, ya iba a ser la cuarta vez que aumentaba un estornudo así que conocía los síntomas mejor, reconocí con unos 20 segundos de anticipación que aquella vez estornudaría cinco veces, pero la sensación que las primeras veces no reconocía, esta vez fue mucho más fuerte, como si trajera con ella un malestar, una enfermedad, en fin, estornude cinco veces arriba de la bicicleta, medio asustado porque estaba teniendo prácticamente un ataque de estornudos arriba de la bicicleta, y me fui alegre pensando que de ahora en adelante estornudaría en rondas de a cinco, y pensando que en el futuro estornudaría en rondas de a seis, de a siete, y calculé que a la hora de mi muerte estaría estornudando en rondas de ocho o nueve, hasta diez. Pero eso fue el doce de julio del 2012, y hasta ahora no he vuelto a estornudar de nuevo, ni cuando me resfrío ni cuando me quedo mirando el sol de invierno ni cuando me saco un granito de entre las cejas, los primeros meses me quedé esperando las rondas de cinco estornudos, que no llegaron nunca, ni una sola, aunque traté de forzarlas, jamás volví a estornudar. Hoy es el treinta de agosto de 2016, y yo le quería preguntar, doctor, si no habrá alguna forma de hacerme estornudar. 

(Traducción de un documento cirílico del ministerio de Salud de Moldavia encontrado inexplicablemente en el Paseo Ahumada, frente al consulado de Argentina),

lunes, 9 de julio de 2012

La elocuencia

Asista usted buen amigo a un debate tecno-epistemologico entre férreos defensores del positivismo homeopático y aquellos cuya postura inalienable es el apriorismo nihilista-maltusiano. Nuestra intención como árbol no es tomar partido por una o/y/u otra postura sino enriquecer nuestras visiones de mundo para desarrollar ergonomicamente en términos cualitativos y cuantitativos los jugos que nos saciaran la sed intelectiva del mañana.

Namaste.

                       

viernes, 6 de julio de 2012

vicuña con maule. oila qui coisa mais linda mais chena de grasa es la menina que ven que pasa, courpou doraudo camino do maaaaar. ohhh, purqui todo e tan trishti, santa elena oh, porqui todo é soasiño, ahhh, a vele sa que dishti, but each day when sha walks to the see, eee, she looks straight ahead not at meee, eee. padre orellana. alcanzo? llego? wena. portugal. auto culiao, weones con autos culiaos, jajjaja, es como un auto del need for speed pero chaaaarcha, feo, ordinario, jajaja, weones que se van en volá de motores y weás, escuchando motores, onda atentos a los motores, por la calle, así, ohhh, ohhh ese motor, wen motor ctm, jajaj, aweonaos, a ver la pinta del weón que lo maneja, pedro leon ugalde, waaa, una loca, qué onda la loca, onda ser mina y andar manejando esas weás, hombrona culiá, jajajaja, ahí con su terrible pinta de automovilista entera chora, hasta media calentona, chora la mina culiá, cuevas con maule, quite nights from quite stars, quite chors from my guitar, and the little silence that sorrunds us, ou ou ou, quite thoughts of quite dreams, quite loooongs of quite liiings, larulón laroun larín ding ding ding. jajajaja, rogelio ugarte, casas culiás así con dos techos, rara la weá, como si tuvieran dos techos pero dos tremendos techos, casi como si fueran dos casas, la weá, madrid, hace frío igual, ¡¿sí o no?!, jajaja, hace frío, la cami culiá, que le guste su prima, ¡la encuentro rica! dice la weona, vomitó en ese pasillo y se fue caminando pa la casa, bien, qué se iba a ir a hablar con alguien así, chapico, lira, y sigue saliendo con la otra loca, cuatro años? cualquier rato, re acostumbrá a la misma weá, igual curándose no más, sierra bella, mmm…, …, …, …mmm…, …mmm, mmm…, …, …, “pedalear, pedalear, pedalear”, …, …, a ver? artemio gutiérrez, conchetumare buenos aires, caminar por las calles cachando cómo es distinta la gente, entendiendo las dinámicas sociales, hola tiene pan? tiene helao? se dirá “helao” en argentina? jajajaja, “¿los argentinos, le dicen “helado” a los helados, a las casatas?”, las placas son las radiografías, tocornal, las piletas son piscinas, un pibe? qué es un pibe? un cabro, así, un lolo, claro, y ese argentino que dice “yo viví en banfield entre el ’79 y el ’93, en tal y tal calle”, en cambio “yo viví en la cisterna”, bah, si igual es bonito en la cisterna, dávila larraín, lo espejo es feo, viejos fascistas culiaos, muni culiá bonita moderna y me creo entero bacán entrando a esta muni culiá moderna, y voh roto limpia bien, si vivís enfrente, fascista culiao, voh en cambio vivíh a la chucha conchetumare, carmen, veinte minutos a los espejo, en auto, weón es terrible rápido, qué weá? purén indómito, jajajaja, voy en purén indómito con maule, qué weá es como el título de un libro, una weá así, jajajaja, santiago concha, jajajaja, ah..., ehhh, mmm…, …, …, mmm…, …mmm…, …mmm, …, …, ah… ajajaja, claro el conchetumare con cualquier plata en el bolsillo, como 6 palos en la redcompra culiá…, eduardo mate, mmm, …, …, …, dunnn dira dunnn dira dunnn dira dura durainnnndá daru dira durainnnnda, duroura randa, durora duránnnn, …, “pedalear, pedalear, pedalear”, san isidro. (…).

lunes, 2 de julio de 2012


El bajón cósmico digno del Carl Sagan,
me hace cruzar la calle,
atraído por las luces como polilla
voy por comida rápida.

Pensando poco, de tan borracho,
soy vulnerable a la suculencia publicitaria
el hambre y mi aliento a copete
me callan la verborreica piromaniaca insurrecta
La mano es pasar piolita.

Que no se note que uno no es nativo del lugar.

Me tambaleo…
amablemente
un caballero entrado en años,
me abre la puerta.

De riza suave y lentes amplios,
a veces lo veo con elegante etiqueta italiana,
Otras vestido del toni Ronaldo McDonald.
Entonces yo saludo al humo del paraguas.



Me acompaña en la fila.
Me toma firmemente del brazo
Y me dice al oído:

“Cuánto más efectivamente se fortalezca el sistema de libre mercado, menores serán los costos transicionales de terminar con la inflación”

Yo pido el combo 2
Me susurra nuevamente...

"La responsabilidad social de los negocios consiste en incrementar sus beneficios".
Entonces agrando mi combo y el tamaño de mi bebida.

Me acompaña a una mesa al fondo del local,
desenvuelvo la comida; el desliza su mano por mi espalda.

Le pongo, Mostaza, mayonesa y Ketchup a mi hamburguesa.

El caballero

A veces elegante

A veces payaso


Pone su mano bajo mi pantalón,
la grasa de la comida, me chorrea el cuerpo
y lubrica Mcnificamente sus exploraciones digito-anales.
va marcando el ritmo con el que como.


Mancho con Kepchup mi polera del Che Guevara
Milagrosamente las marcas de la corona de espina estigmatizan
el retrato del cristo de la higuera.



Entre gemidos me como las papas fritas
Termino la bebida.

Y el se fuma un cigarro
me mira triunfal.
No me atrevo a mirarlo a la cara.

Salgo del restorán tan rápido como puedo ,
Intentando sin exito mantener la compostura.
Para que el paco de afuera no se entere
No sospeche, no se ponga celoso
No se ponga violento

Vomito…

Me siento enfermo
Me siento sucio.
Me siento usado,
pienso en la virgen María y en Bakunin.