Al Chico Buarque lo conocí en un carrete de un loco que después nunca más vi. El Chico medía más o menos un metro y treinta centímetros, tenía la cabeza plana y casi no le quedaban dientes. Se sentaba en un rincón del carrete con un vaso de piscola y trataba de entablar conversación con la gente del carrete, pero lo que decía era tan raro que nadie lo pescaba.
“A moça feia debruçou na janela pensando que a banda tocava pra ela”.
Cuando yo me le acerqué me dijo lo siguiente. “¿Tú conoces la temperatura exacta para que el pan se tueste pero no se queme en un tostador puesto sobre una estufa a parafina?, y la distancia que hay entre el tostador y la llama de la estufa, ¿reconoces centimétricamente su existencia?, o, en otro tema, ¿sabes cómo caminar por la calle sin que nadie note tu presencia?, ¿comprar en un almacén cualquiera procurando que el vendedor jamás se acuerde de ti?, ¿conoces, acaso, la fórmula perfecta para que tu humanidad pase desapercibida por el tiempo y el espacio?".
“Para o bem de quem tem bem, de quem nao tem vintem”.
Su monólogo no iba a nada, no me dejaba responderle: “¿Cuántas veces habrá habido en el planeta bosques gigantescos desaparecidos por causas naturales, no humanas?, ¿cuántos bosques, desde la aparición de vida en el planeta, habrán sido presa de plagas, pestes, virus, bacterias, mamíferos no humanos, insectos, plantas invasoras, etcétera, etcétera, etcétera?, y ¿estás seguro de que la posición que tomas cuando te sientas en ese sillón es la más cómoda posible, o la que te permite beber y conversar de manera más eficiente?, ¿no crees que las posibilidades de encontrar mejores posiciones para sentarte son superiores a las ganas que tienes de quedarte quieto?, ¿es posible que alguien esté preocupado de eso en una fiesta como esta?, ¿habrá sido necesario organizar esta fiesta, celebrar este cumpleaños?".
“Vem que passa, teu sofrer, se todo mundo sambasse seria tão fácil viver”.
Yo hice algo así como tocarle el hombro y alejarme, pero él no dejó de hablarme hasta que dejé de escucharlo. Decía: “…¿y si yo quisiera ahora mismo empezar a bailar?, ¿podría hacerlo?, ¿podría hacerlo, por ejemplo, contigo?, ¿ahora mismo? ¿Habrá alguna manera de desplazarse por el planeta, por no decir por el universo, a vuelo de pájaro, en líneas perfectas que se interrumpan sólo por circunstancias climáticas y no geográficas? ¿Puedes definir con exactitud qué tan abierta quieres que esté una puerta que dejas sólo un poco abierta, o esa decisión la tomas casi azarosamente, sólo un poco más o un poco menos abierta? ¿Eres capaz de subirte, ahora mismo arriba de esa mesa? ¡Ahora mismo!".
“Debaixo da ponte, cantando; por baixo da terra, cantando”.
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