De pronto por la calle Alonso Ovalle
aparece un vehículo, una camioneta, digamos, de hace unos 10 años,
que se nota que ha estado largas temporadas en servicio activo. La
mitad de abajo de la camioneta es verde y la mitad de arriba es blanca. Con su aparición los vendedores se ponen alerta, algunas
mujeres casi toman sus paños del suelo, pero la camioneta sigue
lejos. El conductor estaciona el automóvil en la calle San Isidro, a
unos 100 metros del comercio, pero nadie se baja. Pasa uno o dos
minutos así. Los vendedores siguen vendiendo pero con un ojo puesto
en la camioneta. Al rato, de un momento a otro, el conductor acelera
a toda velocidad, en esa camioneta cuyo motor ya viejo suena fuerte,
en dirección directa hacia los comerciantes. Éstos salen corriendo,
cada uno por su lado, a algunos se les caen productos pero siguen
corriendo. Algunas mujeres ríen mientras corren. Un hombre vocifera
un insulto para el conductor. La camioneta sigue acelerando. Aunque
esa calle no sale a la Alameda, se acaba un poco antes, avanza
directamente como si quisiera chocar. Un poco antes del accidente
frena en seco y por un instante el conductor pierde el control del
vehículo, pero es hábil y lo retoma rápidamente. En su cara de
unos 50 años se ve una amplia sonrisa, él se ve satisfecho. Incluso
da un pequeño bocinazo como para terminar de ahuyentar a los
comerciantes.
Puta policía y la conchetumare.
No hay comentarios:
Publicar un comentario