jueves, 8 de enero de 2015

pablo anoche soñé contigo, desde acá desde córdoba

estábamos con el mono denis y mi hermano en la cama de abajo de un camarote cuando llegaron tú y la ferna en claro estado de intemperancia psicoactiva, nos saludamos de la mano y de besos y ustedes se pasaron a la cama de arriba, mientras nosotros seguimos conversando abajo. de pronto el suelo ¿el camarote, el mundo? empezó a moverse a velocidades fantásticas hacia arriba y tal vez hacia el norte, mi hermano opinaba que seguramente en dirección al sol, a miles de kilómetros por hora, la piel se me movía hacia atrás como en las películas. el denis empezó a tejer la teoría de que ese viaje fantástico sería tu culpa y yo entendía que era efectivamente eso: un viaje. pero ¿cómo? y por ahí te descubríamos, yo te increpaba por habernos drogado a todos, tú no querías revelar el nombre de la droga y la ferna se reía no más, no parecía ser ácido lisérgico, sino otra cosa. hasta que la soltaste, te habías metido un total de 4 estampillas en la boca y después de chuparlas un poco te las pasaste por los dedos de la mano derecha y la ferna se puso también droga en la cara, entonces al saludarnos la sustancia pasó a nosotros, calculando que si tú te habías metido 4 dosis a nosotros nos habría llegado 1/12 dosis a cada uno, si no menos, y el camarote ¿la habitación, el colchón? seguía avanzando a toda velocidad mientras mi hermano sólo podía comentar "la cagó, la cagó" y yo me sentía tal vez pasado a llevar por tu actitud, porque mi hermano en general no consume ninguna droga más allá del alcohol, y luego el viaje bajaba la velocidad pero no parecíamos dejar de avanzar y le dije al mono denis "weón esto es pura tontera" y con un esfuerzo sobrehumano que el mono apoyaba telekinéticamente logré poco a poco avanzar mis piernas por el colchón hacia un borde del camarote y logré poner primero uno y luego el otro pie en el suelo, y me puse de pie y miré sobre la cama de arriba y ustedes con la ferna me miraban no más, así que salí de la habitación y me fui caminando por un prado hasta una reja que estaba siendo custodiada por la policía, y detrás mío había una manifestación multitudinaria, una manifestación importantísima que iba a cambiar el curso de la historia, y éramos un grupo, digamos cinco o diez personas que tratábamos de razonar inútilmente con la fuerzas de la ley (parecía ser policía boliviana o peruana, incluso ecuatoriana), entonces a un lado de la reja la multitud, al otro lado la policía, nosotros casi en la reja misma, cuando se empiezan a retirar los carros policiales, uno por uno, en un proceso digamos largo, para luego irse, si se quiere, el último de los efectivos, dejando la calle vacía, momento en el que cruzamos la reja para pararnos en la calle, y ese último efectivo vuelve, con la culata de su arma levantada, nos golpea, nos obliga a cruzar la reja de vuelta, y una vez estando nosotros de este lado emprende de nuevo la retirada, y nosotros atravesamos de nuevo la reja y vuelve a volver y nos mete para este lado de nuevo y comienza una discusión en la que nos trataba de convencer de que nos mantuviéramos a este lado, y yo y los demás le decíamos que no, que no, y él, que sí, que sí, hasta que éramos sólo dos de este lado de la reja y sólo un policía del otro, y que no y que sí, con el portón en medio, a veces empujando el portón, nosotros o él, casi tocándonos las manos, él tratando de cerrar, nosotros tratando de abrir, cuando el carabinero (esta vez era chileno) desenfunda su arma de servicio y dispara directo contra mi cabeza, balazo que me cae a un costado de la cabeza, detrás de la oreja, saltando casi de inmediato un chorro de sangre, y me toco con la mano y luego veo mi mano cubierta de sangre y el efectivo que baja su arma, tal vez empezando a enfundarla de nuevo, y yo me desvanezco y voy perdiendo la noción de la realidad, y empieza de nuevo esa sensación de viaje fantástico, de velocidad infinita, la piel que se me echa para atrás con la velocidad y luego caigo en la nada, en una oscuridad profunda. entonces despierto.

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