En la esquina de Salvador Sur con Sócrates, pasaba el recorrido de la 532. No era muy frecuente, ni consistente en su continuidad. Sin embargo nunca pasaba en vano y siempre subían uno o dos pasajeros. El único destino del bus era el reino del Hades, esta no es una forma poética de nombrar la nefasta ciudad de Santiago, ni una metáfora que premonizara la muerte a quien la abordaba, era literal.
Esa micro llevaba al mudo de los muertos, donde alguno de los habitantes de la Villa tenian que ir a hacer tramites. El vehículo era conducido por el misisimo Caronte. Las malas pulgas de este choferes eran legendarias, o mejor dijo mitológicas. Pero un hecho en particular causó una furia que lo alejó por primera vez y definitiva de las labores del traslado al reino de los muertos. El cambio de sistema de transporte fue algo que Caronte quien fuera de hábitos fijos, simplemente no soportó la mayor afrenta para el fue el cambio de efectivo a tarjeta mágnetica.
La primera vez que validaron al subir. Caronte entro en colera gritando: !Antes me pagaban con una moneda de oro, o de plata! Me costó aceptar el uso de monedas locales. Pero ¡¿esto?! que mierda voy a hacer yo con lucesitas que se prenden.
Caronte se bajó del vehículo maldiciendo a los tecnócratas y a los degenerados humanos modernos.
Abandono su micro y se fue sin que nadie sepa donde.
Dioses de mayor rango han intentado ejercer presión para su retorno. Pero solo han logrado cartas formales del consulado de Grecia que no tienen un destinatario claro y se acumular entre cajones administrativos.
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