martes, 2 de mayo de 2017

Evaristo y yo


Mi relación con Evaristo Castro era de franca cordialidad. Sin embargo no existía la remota posibilidad que pudiésemos ser amigos. Entramos en misma generación a la facultad, pero nuestros intereses y perspectiva de la vida eran tan distintos que no había lugar de encuentro. En los años inaugurales de la universidad intentamos conversar un par de veces. Sin mucho éxito, por fortuna entre ambos siempre hubo un vaso de alcohol para cubrir los silencios incómodos. Por otra parte nuestros intereses y perspectiva de la vida eran tan distintos que no había lugar para el antagonismo. No se me ocurre un motivo lógico por el cual enemistarnos. No, claro que no. Entre nosotros solo puede haber cordialidad, lo suficiente como para no ignorarnos, pero tampoco como para tener nos afecto alguno. Sin embargo hay un hecho circunstancial que nos hermana. Nos encontrábamos recurrentemente en el baño, en cualquier baño, a veces lavandonos las manos, o en los urinarios, o en la puerta con uno saliendo mientras el otro entra, o el otro saliendo cuando el uno entraba, anecdóticamente nos encontrábamos en el baño de un local, o meando en un árbol. Nos saludabamos siempre con cordialidad, con una sonrisa incomoda, pero cómplice, rara vez nos dábamos la mano. Jamas me lo encontré en el marco de la caca ( por decirlo con respeto) alguna vez estuve sentado pensando que Evaristo podría estar en el cubículo de al lado, pero nunca. Nuestra sincronía es de vejigas , más no de esfínteres. De todas formas se que algún día y algún día después de ese día me encontrare en un baño cualquiera en una ubicación azarosa a veces meo y pienso: "este weon debe estar meando" y tengo la certeza que el debe pensar lo mismo.

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