domingo, 8 de mayo de 2016

seminario

yo era chico poh weón, tenía 16, 15 años, estaba en un liceo contable. mi sueño de toda la vida era ser marino, no sé por qué, no sé qué me imaginaba pero quería ser marino, así que fui a postular a la armada. no quedé. yo te resolvía las matemáticas, el álgebra, algunas ecuaciones, era seco pa los porcentajes, pero en geometría me fue pésimo y no quedé. ahí fui a hablar con el Profe de matemáticas del liceo, le expliqué y él comprendió, me quiso ayudar. fui conociendo al euclides, al pitágoras, tirando rectas, compases, reglas, harto lápiz mina, harta hoja blanca. a fines de 1983 fui por segunda vez a dar el examen en la armada de chile. todo chupao poh weón, si había estado un año entero estudiando pa dar ese examen. los resultados los tiraban una semana después. los ponían en las estaciones de metro, unas listas largas donde había que encontrar el nombre de uno.

metro Neptuno. no tenía mucha esperanza así que miré la lista sin encontrarme y me empecé a ir, decepcionado, pero me encontré con el hermano de mi cuñada que también había dado el examen, nos devolvimos a mirar y él me encontró, aquí estai poh weón, me decía, y estaba justo al medio del listado, bien perdido entre todos los demás. él no quedó, yo sí. tenía que presentarme dos días después en el departamento de no sé qué cosa de la armada en calle Ecuador, estación central, a las 6.30am, nos iban a embarcar a la isla de quiriquina.

yo siempre he sido muy apegado a mi mamá, pero ella se ha aprovechado de mí. imagínate un cabro de 16 años que se va a embarcar, lleno de ilusiones, en la gloriosa armada de chile, estaba feliz, asustado pero feliz. me levanté a las 4am, me duché bien duchando, me afeité aunque casi no tenía nada que afeitar, armé mi bolso y a eso de las 5am fui a despedirme de mi mami. ahí te digo que se aprovecha de mí porque me dijo: me vai a dejar botá, me vai a dejar sola, te vai a ir y me vai a dejar sola. nos pusimos los dos a llorar. me saqué los zapatos para meterme en su cama, junto a ella. ese olor que hay en la cama de la madre lo atrae mucho a uno. nos abrazamos para dejar de llorar, y nos despertamos ya entrada la mañana. en mi mente decía que era un favor que le hacía a mi mamita, no sabía bien qué pensar.

uno o dos años después me tocó hacer el trámite del servicio militar. fuimos una tropa de cabros del liceo contable. estábamos pasando a quinto medio, año extra que hacíamos en la escuela para salir con el título de profesional (no técnico) de contador, eran unas tremendas colas. cada uno llevaba el papelito del liceo para sacarnos el servicio, pero en medio de la cola dijeron por altoparlantes que necesitaban voluntarios para el regimiento de coyhaique. yo me acerqué a un milico que había por ahí y le dije: mi cabo, ¿dónde queda coyhaique? al sur, me dijo. ¿y en qué se va pallá? en avión, en un hércules, me dijo. yo lo más lejos que había ido era a cartagena, en bus. entonces apareció un militar de más rango y nos gritó: vamos a hacerla cortita, voluntarios para coyhaique den una paso adelante. cerré bien apretados los ojos, y lo di.

a mi casa llegué diciendo que me había ido mal, que pese a los intentos no me había podido sacar el servicio. le mentí a mi mamita diciéndole que me iba a tener que ir a coyhaique como si me diera pena. pocos días después el viaje en el hércules, weón, a toda raja, fascinao. en coyhaique nos mandaron al regimiento y lo típico, nos pelaron, nos sacaron la chucha, nos tenían pa los mandaos, todos los pelaos de pérkines. me preguntaban de dónde era y cuando decía pudahuel más me pegaban, por comunista, como si en pudahuel fueran todos comunistas. nos habían estado pegando como 4 días cuando llega un teniente a decirme que yo era el pelao con más estudios de la sección, que no podía dejar que me estuvieran tratando de esa forma, que mejor postulara a una tropa nueva que se iba a armar, con poquita gente, en él área de logística, lo que incluía adquisiciones, enfermerías,  alimentación, una cachá de tonteras. ya poh, postulé y como tenía mis estudios en contabilidad, me dejaron en la enfermería, cosas sin mucho sentido que pasan en el mundo militar.

hicimos los cursos de primeros auxilios, de vendaje y entablillamiento, torniquetes, respiración boca a boca, reanimación, yesos, todas esas weás. fácil. y ahí me quedé parado en la puerta del regimiento, porque lo primero que hay en ese regimiento es la enfermería. llevaba como dos o tres meses en esa cuando aparece sin previo aviso el general. cómo que qué general. apareció el general y todos tuvimos que formarnos y presentarnos frente a él. el viejo saludada muy tranquilo. se fue con los capitanes pa dentro. para nosotros no era el presidente de la república si no un general más, el de mayor rango, nos teníamos que comportar de acuerdo al reglamento y punto, sin comentarios.

al tiempo llegó a la enfermería un capitán que me tomó mucho cariño, era de la sección de música. como era capitán, era el guaripola. me costó varias semanas convencerlo pero finalmente me empezó a enseñar a mover la guaripola, los movimientos básicos, por delante y por detrás, a los costados, los ángulos arriba y abajo, la marcha levantando las piernas. todo. a los meses tocó mi primer desfile como guaripola, una cosa interna sí, desfilando por el regimiento. venían de Santiago unos generales y se armaba un desfile para ellos. mi capitán me había mostrado algunos movimientos secretos con la guaripola, enseñanzas que eran para mí no más, no para mostrarlas, movimientos prohibidos para un soldado conscripto como yo. pero no me aguanté. al pasar frente a los generales me llené los pulmones y lancé la guaripola por los aires. salió perfecto, muy bien, aplausos, se acabó el desfile, cero problema. mientras me cambiaba de ropa llega otro pelao y me dice: lo esperan urgente en la comandancia. cuando llegué estaba mi capitán y los generales. uno de los generales me preguntó: ¿usted cree que el ejército es un circo? entonces mi capitán me tomó por la nuca y apoyó mi rostro contra una mesa. me sobó durante algunos segundos la parte de atrás del cuello para luego golpear con su palma tan fuerte que me dejó casi inconsciente: el "parche rojo". me costó como un minuto revivir, pero ya me estaban llevando a una celda, de uno por uno, sin luz ni comida. no me dijeron nada por tres días. al cuarto día se abrió la puerta y volví a mis funciones. nunca más tomé la guaripola.

pero a pesar de ese incidente me iba bien, los capitanes me querían, tenía buenos amigos, se empezaba a formar en mí un sentimiento de dulce amor por mi patria, por mi bandera. ahora que lo veo con la distancia, creo que me fui enamorando de chile, no sé muy bien de qué, de la bandera en particular, empecé a sentir un gran amor por la bandera.

seguía en coyhaique cuando fue el terremoto de marzo de 1985. no había teléfono para los conscriptos y no pude hablar con mi mamá hasta septiembre de ese año. estaba bien, a la casa no le había pasado nada. ninguna baja en la familia. ya a finales de año empezaron a haber protestas. a veces nos levantaban a las tres de la mañana porque unos pelagatos estaban levantando barricadas en coyhaique. poca gente, protestas de 100, 150 personas. ahí empecé a conocer a los perros. nosotros íbamos a la protesta porque la mayoría de los protestantes escapaban apenas llegábamos, pero estos perros llegaban con los fusiles cargados, con la bala pasada, apenas se veía la gente a lo lejos empezaban a disparar, decían que salían a cazar comunistas. los comunistas nos gritaban, decían que estábamos como weones, cagaos de frío mientras a nuestras mamás y a nuestras hermanas se las culiaban en santiago, y uno era pendejo, entonces esas frases dolían.

a fin de año mi capitán me dijo que se habían abierto las postulaciones para la escuela de suboficiales, en santiago. postulé con una carta de recomendación de él donde decía expresamente que no me pasaran nunca una guaripola. fui pa santiago con la esperanza de ver a mi mamita, pero estuve un año entero encerrado, nunca pude ir a ver a mi familia. me hicieron un curso de comando. en sólo un año saqué el título de soldado profesional y de comando del ejército de chile. cuando se acabó, estuve en la casa con mi mami seis días, después altiro de nuevo arriba del hércules camino a coyhaique.

ahora me mandaron pa la frontera. no me acuerdo cómo se llamaba el sector, pero éramos 4 giles al lado de acá, después una reja, y cuatro argentinos al otro lado. todo cubierto de nieve. nos sentábamos en unas sillas y mirábamos a los argentinos, que se sentaban en sus sillas, mirándonos. en las mañanas cantábamos el himno nacional tan fuerte que ellos pudieran escucharlo. ellos también lo cantaban a todo grito y hubo una época incluso en que cantábamos los himnos al mismo tiempo, todos gritando himnos nacionales en la frontera, una cosa medio surrealista.

un día estaba mirando al argentino que estaba al otro lado de la reja y de pronto le dije: eh argentino, tienes mate?, y el argentino me respondió: tenés tabaco? intercambiamos por sobre la reja en lo que el argentino llamó una operación de comercio internacional. de a poco empezamos a intercambiar casi todos los días, a conversar, a hacernos amigos. un buen día viene y me dice que los generales de nuestros ejércitos estaban en las ciudades capitales tomando whisky mientras que nadie sabe que nosotros estamos allá, ni siquiera nuestras mamás sabían que estábamos ahí. decía que podríamos por ejemplo mover la frontera cien metros para un lado u otro y nadie se enteraría, nunca se sabría. hubo un día en que éramos especialmente amigos, teníamos muy buen feeling, la estábamos pasando bien con la conversación, cuando el argentino me dice: esos generales del whisky podrían declarar una guerra, pero nosotros ¿qué vamos a hacer? yo le dije: si mi general declara la guerra voy a cargar mi fusil y voy a disparar, a ti es al primero que voy a matar. el argentino no lo podía creer, abrió tremendos ojos y no respondió nada. en adelante casi no conversamos más, pero seguimos haciendo comercio internacional.

fue un 11 de septiembre en el regimiento de coyhaique. se armó tremenda comida en el casino. cóctel, vestidos de gala. pusieron una pantalla y todos obligados a mirar por enésima vez las imágenes del bombardeo a la moneda. le decían el día de la libertad o algo así. vimos las imágenes varias veces porque habían pasado pocos meses desde el atentado al general. por ahí se acaba el vídeo y un capitán dice: ¿alguna pregunta? yo nunca quise hacer un comentario político. me puse de pie, me acomodé la chaqueta. primero dije que la moneda es la representación del estado de chile, que debemos defenderla con orgullo y valentía, especialmente defender la bandera, y en las imágenes se ve una bandera ardiendo en medio del bombardeo. ¿acaso no había comandos que pudieran haber entrado a sacar las banderas antes de bombardear el edificio? algo así como sacar a chile de la construcción para bombardear el edificio sin bombardear chile. me parecía inaceptable que las fuerzas armadas hubieran estado dispuestas a quemar banderas chilenas.

estaba como ciego mientras hablaba. no sé por qué lo dije, ese amor que le tenía a la bandera. me iba a sentar al finalizar mi alocución, pero sentí que me tomaban por los brazos. me sacaron arrastrando frente a la mirada de todo el regimiento vestido de gala. directamente a un calabozo, donde me dieron lumazos y me desnudaron. me amarraron los pies y me colgaron boca abajo. luego me descendieron en un barril con agua, lleno de mierda, orines, comidas podridas de días anteriores. normalmente te dejan un minuto, pero como yo había hecho el curso de comando, me dejaron dos minutos.

me levantaron de nuevo casi inconsciente y me dejaron caer al suelo, caí desde unos dos metros de altura directamente con la nariz al suelo, quedé inconsciente no sé cuánto rato. después empezó el desfile. venían llegando cada vez más borrachos, pasaban del casino, me pateaban un rato y se iban. se ensañaban especialmente porque yo tenía el curso de comando, me decían que en pudahuel todos son comunistas, que me iban a matar. hacía mucho frío, y me tenían desnudo. en eso llegó un amigo, otro cabo que era como mi partner. el capitán le preguntó si era amigo mío y él afirmó que sí, entonces le pusieron una pistola en la cabeza y le preguntaron si iba a obedecer las órdenes. también dijo que sí. trajeron una maquinita con unos cables y mi propio amigo me amarró a un catre, me conecto los cables en los testículos, en la uretra y en el ano y me fueron aplicando electricidad. estuvieron en eso una hora, u hora y media, mientras entraban otros a escupirme en la cara, o a darme en los genitales con lumas. con una de esas lumas trataron de meterme el cable dentro del recto pero se electrocutaron a sí mismos y desistieron. siguieron con los golpes hasta que caí desmayado.

desperté a la mañana siguiente, desnudo en el suelo de tierra de la celda, el cuerpo me dolía por todas partes, tenía la nariz fracturada o quebrada y apenas podía moverme. me vistieron de civil y me subieron a un jeep, que me llevó de nuevo a un avión hércules. en santiago me dejaron en la gran avenida, cerca de la fuerza aérea, comuna de el bosque, creo, no sé en qué sector muy bien, estaba desorientado y apenas me podía mover. ni un peso en los bolsillos, el puro el carnet de identidad. solo en la calle a las 10 de la noche. los recuerdos son confusos, caminé, no sé cuántas horas, hacia el norte. en algún momento alguien me subió a un auto y me dejó en la alameda. creo que me quedé dormido en una plaza por pajaritos, pero seguí caminando, y al amanecer, o más tarde, llegué a la casa de mi mamá.

estuve como un año recomponiéndome de las heridas, especialmente de la fractura en la nariz, apenas podía comer, estornudar o toser me provocaban tremendo dolor. en la posta no me atendían porque no tenía ningún sistema de salud. estuve como 6 meses en cama, mi mamita me cuidaba. me decía que nunca debí haberla dejado sola. yo sentía que tenía razón, llorábamos mucho. finalmente un día me levanté y decidí cambiar mi futuro. me fui caminando a duras penas pa la plaza de armas, en el centro: entré en la catedral y pregunté dónde inscribirme en el seminario.

pd. unos años después, en pleno estación central, yo con sotana, me encontré con ese gran amigo que tuvo ocasión de electrificar mis testículos y uretra. me dijo que había hecho eso por nuestra amistad. yo lo miré con rencor, así que me explicó que, según su lógica, si no obedecía lo habrían torturado a él también, o incluso asesinado, y si él no hubiera estado en el resto de mi tortura, me podrían haber matado. o sea: decidió torturarme él para que no me torturaran hasta la muerte. ese tipo de amistades, dijo, son las de verdad. y como buen religioso, lo supe perdonar.

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