miércoles, 30 de diciembre de 2015

lo que me pasó con el jiminelson

el jiminelson llegó contando que tenía una peguita, un quehacer, varias noches a la semana, no era buena pega pero lo iba aprender a llevar como si no hubiera sucedido, ni siquiera a nosotros sus amigos les quería contar, pero le insistimos un poco y la fue soltando de paso a pasito, decía que se puede comer todo lo que se quiera, que te pasaban plata efectivamente para comer, que la pega se trataba más que nada de consumir productos en una estación de servicio, digamos específicamente, en la tienda de abarrotes de una estación de servicio, galleticas, hotdogs, puta basura, no tenía nada de sano pero eran 15 lucas las 6 horas, así que fuimos

apenas llegamos tuvimos los primeros problemas con una persona-basura que hacía llamarse "el jefe". teníamos que llegar a las 12:45 de la madrugada para empezar el turno, de 1 a 7am. nosotros llegamos a las 1.15 en evidente estado de intemperancia psicoactiva (cero alcohol) y ese tal "jefe" nos estuvo amenazando con despedirnos durante varios minutos en los que podríamos haber estado trabajando, razonamiento que expresé en voz alta frente a él y frente al cual "el jefe" respondió que nos "sermoneaba" porque hacía falta un poco de disciplina: era un imbécil: se encargaba de la caja

el jimi me comprometió con no contarle a nadie dónde quedaba esto, así que sólo diré que no era en santiago, pero que era en una gran avenida de una ciudad importante del territorio dominado por multinacionales bajo la farsa de una antinación militarizada bautizada como “chile” por la colonización colombina

el servicentro quedaba en el mismo recinto que una tienda de comestibles -también multinacional- conocida como mcdonalds pero que para efectos de este texto denominaremos "al lado". “al lado”, decía el jefe-basura, “todo huele bien”... “al lado”, repetía una y otra vez, “no tienen problemas de clientes durante la noche”... “al lado”, insoportable, “es todo más fácil”... lo conocía hace 8 minutos y ya lo consideraba un total imbécil

la pega en el servicentro (en la tienda de abarrotes del servicentro) era mantener durante las seis horas del turno, entre nueve personas contratadas para esto, una cola. es decir que la cola para pagar en la caja nunca podía tener menos de tres personas. por ejemplo, mientras dos o tres de nosotros consumían productos comestibles en las mesas del local, los otros seis nos manteníamos en la cola. después de comprar ("el jefe" nos pasaba plata de la misma caja para esto) podíamos o bien ir al baño, donde metíamos la comida a un locker, o bien sentarnos a comer

la cosa funcionó bien los primeros dos o tres días -"el jefe" decía que con su idea las ventas nocturnas habían crecido un 4% en la primera semana y que el costo era un poco superior a eso pero que con el tiempo mejorarían los réditos- y se decidió que la operación seguiría durante un mes completo para testear su funcionamiento. para nosotros la misma paga

pasaban horas enteras, por ejemplo entre 3 y 5am de un día martes, en que no entraba nadie. adentro tenía que hacerse algún movimiento para que el asunto tuviera sentido así que constantemente estábamos parándonos y sentándonos y tomando alguna bebida, comprando, o armando de nuevo la fila o..., etcétera.

convencimos al jefe que salir a fumar un cigarrillo a la esquina atraería más público y nos permitió hacerlo un par de veces. tan estúpida era toda la operación que cuando veíamos a gente acercándose hacíamos gestos "como de no encontrar algo en los bolsillos" y apuntábamos a la tienda de abarrotes de la estación de servicio con cara de "ahí tiene que haber", palabras que mencionábamos incluso a viva voz -junto a la marca de la corporación propietaria- antes de encaminarnos decididamente hacia el local comercial, como si estuviéramos decididos a comprar algo

lo más raro de todo eran esos horarios donde no entraba casi nadie. nosotros entablábamos conversaciones adentro del local, en general de uno a uno o de dos a uno, pero a veces también estábamos todos en silencio, u otras veces teníamos una discusión amplia donde todos intervenían en un solo espacio conversacional que abarcaba prácticamente toda la tienda. hasta incluso algún griterío

el primer gran problema al que nos enfrentamos lo comenzó un hombre joven, de unos 32 años, que llegaba bien despierto a las 4.15am a comprar una botella con agua. lo hizo dos noches seguidas. a la tercera nos quedó mirando, nos miraba fijo uno por uno. nos fuimos haciendo los locos, un par se escondió en el baño y yo con el jimi salimos caminando tras terminar la comida y avanzamos avenida abajo un par de cuadras, revisando siempre en el celular la aplicación Viber donde había un grupo de chat de la gente del local en el que nos informaron que el peligro se había ido

al día siguiente el personaje llegó pero en vez de entrar nos quedó mirando desde afuera. nos miró fijo un rato y se fue. al día siguiente llegó acompañado de dos efectivos de carabineros que pidieron conversar con el encargado del local. "el jefe" los metió a una oficina mugrienta que hay atrás y salieron a los 15 minutos con sonrisas en las caras y se despidieron amablemente. "el jefe" no comentó nada, pero todos sabíamos de su amigo concejal y de su capacidad de comportarse como un degenerado asqueroso machista, ideal para tratar con carabineros de poca monta (llegaron dos cabos segundos)

el tipo empezó a pasar de vez en cuando y siempre nos quedaba mirando. pasaron algunas semanas, seguía viniendo y nadie hacía nada, sólo nos miraba. empezó a venir una mujer muy joven, casi una niña, con un cuerpo como de captadora de clientes de discoteque viñamarina. venía sola tipo 2am los viernes y sábado, recién desmaquillada. la primera vez que hablamos, el tipo que nos miraba se había ido hace poco. yo me estaba comiendo un sándwich producido en chile por una multinacional y etiquetado con la marca “fresh-daily”. ella pidió una galleta de avena marca “quaker” (otra multinacional) con un jugo marca watt’s (empresa chilena pero ya multinacionalizada y recapitalizada con valores multinacionales)

ella habló primero, me preguntó algo. tenía el tono de mijitarica cuica que trabaja de captadora de zorrones en una disco. estaría culiando con ella toda la noche, metería mi cara en cualquier parte de su cuerpo. su tono me decía: soy muy limpia y suave, estoy toda depilada, me muero por culiar contigo, yo la miré embobado, esa carita nórdica o teutona o tal vez eslava, chiquitita y suave, caliente, me la fui imaginando cómo se sacaba la ropa, tasando con la mirada el tamaño exacto de sus tetas, etcétera

creo que un rato después le contesté. necesitaba que le llamara un taxi porque se había quedado sin batería en el teléfono. yo no uso smartphone y no sé si easytaxi o safertaxi funcionan en esta ciudad, pero detrás del mesón había un sticker de un taxista de la zona que hace de radiotaxi pero cobra como taxi de calle. entonces le dije a la mijitarica que sí y fui a buscar con toda naturalidad el número desde detrás del mesón, caminé flotando en el aroma que se desprendía de su cuerpo. cuando volví me senté frente a mi “fresh-daily” y empecé a marcar el número. ella me preguntó: ¿trabajas acá?

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