entré al recinto eclesiástico de la montaña colorada (en la playa) preguntando a todo el mundo dónde podía encontrar al religioso encargado del violadero, a los curitas del horfanato, a todo aquel que tuviera que ver con el abuso de menores. Si primero me consideraron un loco y quisieron agarrarme a palos, con la llegada del padre Orlando se calmaron y nos dejaron conversar “a solas”, en una salita de reuniones cuya puerta daba al aire libre, se sentó frente a mí y me dijo ¿qué te pasa, hijo? Yo lo miré con remordimiento sincero, pensando que tal vez me equivocaba, entonces el padre Orlando me toma el hombro y posa su otra mano en mi rodilla, haciéndola avanzar hacia mi entrepierna, y me dice: ¿qué te pasa, hijo, qué cosas dices? Atiné con éxito al encajarle una patada en la cabeza mientras le gritaba cura conchetumare degenerao culiao ké weá me vení a tocar hueón estai re loco cura culiao ké weá te pasa pero ahí llegó un montón de gente, me dijeron que me iban a demandar, extrajeron mi billetera para tener mis datos, según dijeron, y me expulsaron del recinto digamos literalmente a las patadas y los combos
acto seguido ingresé a la oficina del banco de chile más cercana, caminé tranquilamente hasta el segundo piso, donde están las oficinas de los “ejecutivos”, bien adentrado ya por los pasillos crucé una puerta encontrándome de frente a “otro empleado más”, quien se asustó al verme, pero lo tranquilicé diciéndole que estoy haciendo una encuesta de prevención de riesgos, si puede contestarme algunas preguntas, “sí, claro” dijo él entonces yo le empecé a gritar ¿acaso no te dan ganas de quemar toda esta weá? y sin poder controlarme fui tirando al suelo los maceteros, los teléfonos, alguna impresora… ¿acaso no les dan ganas de romper todo esto, de mandar a los jefes a la mierda? había deshecho el camino andado y estaba empezando a tirar al suelo las primeras “paredes” de esos cubículos de oficinas cuando vi aparecer por la escalera dos guardias con cara de muy pocos amigos, en ese momento tenía la atención de todo el mundo, todos me miraban así que les dije ¡entonces hagan alguna weá poh monos culiaos, hagamos mierda toda esta weá! momento en el que me desaforé lanzando patadas a los objetos cercanos hasta que llegaron los guardias, que me tomaron de los brazos pero yo con las piernas seguía lanzados patadas a los objetos del lugar, me llevaban hacia una celda en el subterráneo, pero yo me había calmado en la escalera, así como sus brazos se habían calmado también, un poco, llegando al primer piso, cuando con un movimiento sobrehumano y agilísimo me saqué sus brazos de encima de los míos, movimiento con el que también les di un empujón, para inmediatamente salir corriendo por la puerta del local a toda velocidad por la avenida
corrí hasta el liceo municipal, en el que pude colarme sin ningún problema a través de una pared lateral que colinda con un terreno baldío, caminé por la bodega del casino, me perdí entre dos patios interiores que estaban contiguos, entré finalmente a la sala de párvulos donde me pude acercar a las parvularias, que me creyeron jardinero, les pedí disculpas y salí a los pasillos del liceo con actitud de ser apoderado, subí al segundo piso, caminé hasta una puerta cualquiera abriéndola y preguntando en voz muy alta a la profesora: ¿en qué clase están? -filosofía, respondió la pedagoga, así que les dije: muy bien, y cerré de un portazo. acercándome a la siguiente puerta hice el mismo show pero el profesor respondió “Historia”, así que di dos pasos dentro de la sala y le dije a los estudiantes ¿realmente se creen algo de esto? es pura basura, la historia contada según los asesinos, según el gobierno, asquerosos demócratacristianos ¿a alguno le gusta el gobierno? (nooo, abuchearon los cabros, tipo 3º medio) ¿entonces qué hacen escuchando estas tonteras? se acabó la clase, no hay más clases hoy, vayan todo saliendo de la sala, los primeros se levantaron y los demás los fueron siguiendo al igual que yo, que al salir me encontré con la profesora de filosofía que estaba acompañada de dos alumnos a los que les dije: se acabaron las clases, vayan a avisarle a sus compañeros, y los cabros fueron y yo me puse a caminar hacia la oficina del director, desde cuya puerta vi que por lo menos tres cursos estaban fuera de sus salas, y como el director no estaba le pregunté a la secretaria que dónde andaba, que cómo se llamaba, y ella me dio todos los datos en un papelito que rezaba:
nombre del director
café “las dalias”
fui corriendo hasta el local y apenas entrando lo reconocí al conchesumadre con cara de fresco hablando con una cabra mucho más joven así que sin mediar razón o palabra me acerqué a su mesa, con ambas manos lo levanté de su camisa poniéndolo de pie, momento en el que le encajé un certero comboenlhocico que lo sentó nuevamente en la silla. rápidamente me di vuelta y salí corriendo, el tipo no entendió nada
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