Los cabros entraron en la sala del director con la esperanza de encontrar algo para inculparlo, de acusarlo, de descubrirlo, de castigarlo.
Pero, ¿qué podría ser lo suficientemente grave, contra el intachable director del Liceo Mirista Islámico de Providencia?
Revisaron los cajones mientras prendían un paraguas con una antorcha. Buscaron en los papeles, por si encontraran algo. Después de media hora de emparaguada búsqueda infructuosa (estimación incalculable realmente para quien lucidamente mida el tiempo sin aparatos auxiliares) el Pifia grita: -¡Este conchesumadre escribe en clave!
Entonces se ponen a leer los textos (en árabe y en español) con distintos lenguajes rompe-códigos (materia básica en el LiMI). Para inspirarse los cabros armarían un segundo paraguas, esta vez lo patearon con una araña que encontraron sacando libros de la estantería de arriba de los versos para Miguel Enríquez.
¡Ojalá sea de rincón! -gritó el Molécula.
¡Pa que quedemos terrible locos, terrible locos! acota con sabiduría el Guaguín.
Aprovechando la araña utilizaron el sistema octofilmético de desencriptación logrando descifrar el siguiente mensaje:
"Sin Razón, ni nombre
Incólume dentro del Peyote
Bailan calacas que gritan a fuego por la noche espantada
maquinas de cocer tatuando signos sacros"
¡Lo pillamos! -grita pletórico el Pifia. Entonces el Caca apaga la antorcha y ladrando escribe el mensaje sobre la bandera tradicional Libia que corona la Oficina.
Nadie entendió cómo un par de años después el Guaguín, el Pifia, el Molécula, el Piola y el Caca se graduaron con la mención honrosa Pueblo-Fusil y recibieron de la mismísima mano del director la Fértil Media Luna de plata.
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