lunes, 30 de diciembre de 2013

Estes jogos são a merda - Parte 1

Me desperezo con los ojos todavía cerrados y, al estirar los brazos, noto que la pequeña Gûiña ya se levantó de la cama. Puede haber ido a la cocina a buscar un poco de leche o puede estar mirando por la ventana: nuestro departamento tiene una vista privilegiada (por así decirlo) de la ciudad de los Incas. Está llegando el verano y ya son noches de ventanas abiertas y nguillatunes callejeros. Todavía quedan algunas fogatas en las esquinas más importantes cuando sale el sol y encuentro a mi hija Gûiña con medio cuerpo asomado a la ventana.

-¿Es cierto que tienes que trabajar todos los días?- pregunta, muy inocente y muy vulnerable.

-Todos los días, y dentro de algunos años tendrás que hacerlo tú también.

En esta ciudad no existe la energía eléctrica ni ninguno de los adelantos tecnológicos con que viven los Incas. Pero existe el trabajo, y el pueblo mapuche trabaja directamente para el grupo más acomodado de los Incas. Trabajar para El Inca significa un buen puesto sea cual sea tu labor, y todo lo hago por Gûiña. Pensando en su futuro camino el kilómetro y medio que separa a la ciudad Inca de nuestro pequeño núcleo urbano.

O bien subo caminando el equivalente a 27 pisos o bien puedo pagar un 0.7% del sueldo mínimo mapuche y subir por un funicular que me deja frente a la entrada mapuche de la casa de el Inca. Yo sé que este trabajo es lo mejor que puedo conseguir, así que llego bien vestido y entro con la frente en alto, pues así les gusta a los Incas que trabajemos. Si queremos mantener el empleo, hay que trabajar de esa manera, no con una sonrisa, pero sí con preocupación y con ganas.

Así que paso directamente al cuarto de baño y camino hacia el wáter. Debe medir unos 10 metros de alto. La entrada mapuche (todo tiene una entrada mapuche en esta casa) está en el suelo y por detrás, así que los incas sólo nos pueden ver por algunos segundos cuando hacemos el cambio de turno. En el wáter trabajamos en tres turnos de 8 horas cada uno. Yo en general trabajo en el horario diurno, de 8 de la mañana a 4 de la tarde. El trabajo se hace desde una especie de oficina situada dentro de la taza del wáter. Consiste en observar detenidamente el ano del inca mientras defeca, en busca de malformaciones, síntomas de enfermedades, etcétera, y luego tomar muestras de la mierda para análisis posteriores, así como asear el ano del inca y la taza del wáter, labor última que se realiza con un sistema de mangueras de agua y de viento.

Hoy llegó Chuchuchuchec, hijo de El Inca, con evidentes hemorroides, y dimos aviso inmediato a salud, informando que no había sangramiento durante la defecación (el ano del inca mide cerca de medio metro de diámetro mientras defeca), y a partir de mañana vamos a tener que aplicar algunas dosis de crema antiinflamatoria. Así que después de manguerearle el ano y alrededores con jabón, después de enjuagar con agua, después de subir con los secadores a secarle cada pelo, voy a tener que ir yo mismo con el cotonito a aplicar la dosis exacta de crema en cada uno de los pliegues de las hemorroides.

Esa misma noche llegué con más olor a fecas que de costumbre, y mi hijo mayor, Huenulaf, comenzó una vez más a insultarme por vivir sometido de esa manera al yugo Inca, que si acaso no tengo dignidad, que si me gusta olerles el ano todos los días.

-¡Es el peor de los trabajos! –decía, furioso.

-¡Es lo mejor que puedo encontrar!, si no trabajo ahí, ¿cómo esperas que alimentemos a tu pequeña hermana?

La discusión se había mantenido en esos términos los últimos años, no hay mucho más que debatir. Si él quiere irse al bosque a resistir que vaya. Sabemos que en Villarrica quedan algunos núcleos importantes de resistencia, pero es demasiado difícil, nos matarían en cualquier momento, no puedo arriesgar a Gûiña a la muerte, tengo que protegerla a toda costa. Aquí en la ciudad tengo un buen trabajo y vivimos con la seguridad de que no vamos a morir de un momento a otro.

FIN DE LA PRIMERA PARTE (Sigue con la segunda parte)

Los 6 amigos del Compota

Esta es en realidad una historia que me contó la Roma. Iba a cambiarme de casa y empezaron a fallar todos los planes de cambio: falló una camioneta, falló un auto, falló la plata del flete, falló el permiso de la dueña del departamento, falló el salvoconducto por si había un camión. Estaba desesperada. Me puse a hacer memoria, a repasar uno por uno los contactos del celular. Así, llamé a la ANDREA y le pregunté por la camioneta del papá. Llamé al Pepino y le pregunté si podía usar la furgoneta de feriante de su mamá. Me acordé que el Chileno tenía uno o más autos de trabajo, pero no me contestó. Más o menos a la cuarta repasada de los contactos del celular me decidí y marqué el número del Compota. Grande el Compota. Me dijo que estaba en el campus, medio curao, y con camioneta. Se puso a gritar no sé qué al otro lado del teléfono y ya, que vienen en camino. Alcancé a ordenar un par de cosas en el depto cuando me encontré con tremenda cola. La quemé con los dedos no más y cuando la estaba metiendo al matacola aparece el Compota (eran exactamente las 17:00), luego se escucha un grupo de gente conversando por el pasillo y aparecen detrás del Compota los seis amigos del Compota, eufóricos, desesperados en ganas de realizar la mudanza, casi todos me abrazaron y dos me levantaron un poquito del suelo. Listo, tenía mis 7 machos fleteros y la camioneta estacionada abajo, así que fui a avisarle al guardia del edificio que me iba a cambiar (mera formalidad) y cuando volví al departamento, los seis amigos del Compota estaban armando tremendas líneas en el mueblecito de la cocina (un mueble de verdad chico), incluyendo una tremenda línea para mí: ocho líneas en total. Jalamos todos, y mis compadres se euforizan un poco más y empiezan a correr por el pasillo con las cajas y las maletas. Bajaron a toda velocidad los 12 pisos de escaleras con el colchón de dos plazas, y durante un rato hicieron una cadena desde la puerta del departamento hasta la del ascensor, para llenarlo rápidamente con cosas livianas. En total, demoraron unos 14 minutos en desocupar completamente el departamento, y como el nuevo depto es cerca, los Seis Amigos del Compota se fueron caminando y nosotros con el Compota nos fuimos en la camioneta. Veníamos fumando tabaco en el viaje y llegando allá nos fumamos, según dijo, un AK47, y los seis amigos llegaron casi al mismo tiempo. Bajaron las cosas, de nuevo, en 12 o 14 minutos, y dejaron los pocos muebles ya ordenados, listos para sentarse en el living. Hasta sacaron los vasos de su caja y fueron a comprar un vodka, etcétera. Seguiría, pero esa ya es otra historia y la que me contó la Roma está contada ya.

martes, 24 de diciembre de 2013

Historia navideña de Terror

Me persiguen.

Están detrás de mi y se que pronto me alcanzarán, soy el ultimo vivo de mis compañeros y dejaré este mensaje para que no se olvide nuestra lucha.

Pertenezco al C.E.M GB (Comando Emancipador Mistico  Giordano Bruno)
Fuimos un grupo que comprendimos que detrás de la superestructura económica y política se encontraba la mágica y es en esa trinchera que comenzamos con acciones directas de  pequeños sabotajes al sistema.

Realizábamos conjuros de redistribución monetaria, logrando que a personas adineradas se le perdieran la billeteras para luego ser encontradas por endeudados y marginales. Logramos que fiscalizadores del transantiago sufrieran amnesias temporales, para permitir y fomentar la evasión.
Todas estas acciones eran efímeras y seguras.
Nos confiamos.




Planeamos un atentado un poco mayor mayor, para vísperas de navidad ingresamos al Mall Plaza Florida con la intención de embrujarlo. El procedimiento era simple entrar al patio de comida, estar protegidos con talismanes y usar la ouija para invocar a un ser sobre natural que autonomamente quisiera penar en el lugar. Ya sabíamos de una experiencia similar en un patio de comidas en el centro de Santiago.

Lo que no sabíamos era que el mall y que todos los malls son templos, centros de poder, piedras indirectas de sacrificio donde los gentiles realizan un sacrificio ritual a modo de deuda de su fuerza laboral, el contrato era simple ir, sacar cosas del lugar y dejar un contrato indeleble con el nombre y símbolos mágicos asociados al sacrificado. Navidad es la época de mayor poder en esos lugares.

Por esa razón es que los templos de consumo están llenos de barreras y protecciones mágicas que nosotros ignorábamos y se nos han vuelto en nuestra contra.


Ustedes me creerán loco, estúpido quizas pero les juro por la sangre derramada de mis diez compañeros es que este testimonio es real.




Despertamos a un guardian, un elemental de consumismo, les digo que el llamado "viejo pascuero" es real. Es una entidad multidimensional que vigila y protege las barreras mágicas del consumo. Por eso cuando para las vísperas de navidad su imagen se repite, replica y encarna en todos los centros comerciales. El es ser que ampara y protege el consumo.  Los arboles son antenas amplificadoras de su poder.

El duende rojo es una criatura terrible a todos mis compañeros los eliminó de manera ejemplar y cruel. Los vi reventados en chocolate, cortados en la mitad, descuartizados, devorados.

Suenan las campanas, dejo este mensaje para que no se nos olvide y los que nos sigan no cometan el mismo error.

Escucho su risa histérica, pero lo espero, me inmolaré en fuego bendecido por chamanes pobres.
Se que no lo mataré, pero por lo menos que le duela matarme a hijo de puta!!!