lunes, 30 de diciembre de 2013

Los 6 amigos del Compota

Esta es en realidad una historia que me contó la Roma. Iba a cambiarme de casa y empezaron a fallar todos los planes de cambio: falló una camioneta, falló un auto, falló la plata del flete, falló el permiso de la dueña del departamento, falló el salvoconducto por si había un camión. Estaba desesperada. Me puse a hacer memoria, a repasar uno por uno los contactos del celular. Así, llamé a la ANDREA y le pregunté por la camioneta del papá. Llamé al Pepino y le pregunté si podía usar la furgoneta de feriante de su mamá. Me acordé que el Chileno tenía uno o más autos de trabajo, pero no me contestó. Más o menos a la cuarta repasada de los contactos del celular me decidí y marqué el número del Compota. Grande el Compota. Me dijo que estaba en el campus, medio curao, y con camioneta. Se puso a gritar no sé qué al otro lado del teléfono y ya, que vienen en camino. Alcancé a ordenar un par de cosas en el depto cuando me encontré con tremenda cola. La quemé con los dedos no más y cuando la estaba metiendo al matacola aparece el Compota (eran exactamente las 17:00), luego se escucha un grupo de gente conversando por el pasillo y aparecen detrás del Compota los seis amigos del Compota, eufóricos, desesperados en ganas de realizar la mudanza, casi todos me abrazaron y dos me levantaron un poquito del suelo. Listo, tenía mis 7 machos fleteros y la camioneta estacionada abajo, así que fui a avisarle al guardia del edificio que me iba a cambiar (mera formalidad) y cuando volví al departamento, los seis amigos del Compota estaban armando tremendas líneas en el mueblecito de la cocina (un mueble de verdad chico), incluyendo una tremenda línea para mí: ocho líneas en total. Jalamos todos, y mis compadres se euforizan un poco más y empiezan a correr por el pasillo con las cajas y las maletas. Bajaron a toda velocidad los 12 pisos de escaleras con el colchón de dos plazas, y durante un rato hicieron una cadena desde la puerta del departamento hasta la del ascensor, para llenarlo rápidamente con cosas livianas. En total, demoraron unos 14 minutos en desocupar completamente el departamento, y como el nuevo depto es cerca, los Seis Amigos del Compota se fueron caminando y nosotros con el Compota nos fuimos en la camioneta. Veníamos fumando tabaco en el viaje y llegando allá nos fumamos, según dijo, un AK47, y los seis amigos llegaron casi al mismo tiempo. Bajaron las cosas, de nuevo, en 12 o 14 minutos, y dejaron los pocos muebles ya ordenados, listos para sentarse en el living. Hasta sacaron los vasos de su caja y fueron a comprar un vodka, etcétera. Seguiría, pero esa ya es otra historia y la que me contó la Roma está contada ya.

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