miércoles, 12 de junio de 2013

A la sombra de este despertar recuerdo algunas cosas que pasaron ayer. Me acuerdo de ese tal Hugo, que decía “acá por política no se pelea porque acá somos amigos, acá estamos pa pasarlo bien así que de política no se habla no más, partieron a buscar su copete los weones”. Me acuerdo de ese viejo de mierda que aseguraba haber fundado la UDI en los ochenta, patético, un weón que tristemente se para a conversar en la barra de un bar obligando al cajero o al barman a conversar con él, y el único que lo agancha es el copero, el que lava los platos, el más pobre de todos, el menos culto, el Hugo, que más encima lo defiende al viejo de mierda. Decía [el viejo] “a Jaime Guzmán lo mataron, lo a-se-si-naron, entendís?, lo remataron con una metralleta, un grupo de asesinos, A-SE-SI-NOS”, o  “¡los comunistas siempre hacen lo mismo! ¡no dejan hablar al resto! ¡no se puede discutir con los comunistas! ¡nunca dejan hablar a nadie!”, o “es muy distinto si la comisión de la AFP es 12 o 30 por ciento, muy, muuuuy distinto, son cosas totalmente diferentes”, etcétera. Se despertó el Enano, vamos a fumar.

A la sombra de este paragua recuerdo o invento mejor los sucesos de anoche. El cabro mapuche estaba parado arriba de una banca y no tenía pinta de mapuche o de sureño sino de que tenía pinta de población. El care’loco estaba parado frente a la banca pero quedaba casi a la misma altura que el mapuche. Le preguntaba: la palabra “curiche” significa persona negra o no? Che es persona y curi es negro o no? Nooo, decía el mapuche, ná que ver. Y qué significa curi entonces, preguntó el  care’loco. El mapuche le respondió levantando los hombros y me dijo a mí: para qué te voy a hablar de ciudades, si ustedes no las cachan, pero los curiche en el sur son la mezcla de italianos con mapuche, y yo grité ¡Capitán Pastene!, y el mapuche me dijo bieeeeen, en felicitación por conocer esa ciudad, la cuna de lo curiche según él. El care’loco se puso a comentar con el músico que en realidad la teoría de los italianos tiene cierta lógica, porque por ejemplo en Argentina está lleno de italianos, pero el músico no podía más con el vino y hasta babeaba. Ahí creo que se equivocó el joven mapuche, que era mi favorito, porque dijo que los italianos han estado robándole tierras al pueblo mapuche desde antes que los gringos, poh, y desde antes de que los españoles también. ¡Cómo antes que los españoles!, le gritó el care’loco, no puede ser, pero el mapuche decía que síiii, que desde antes pero que ninguno les ha podido quitar el idioma, que en Cañete, por ejemplo, él habla mapuche todo el tiempo, con toda la gente, como cuando van a emborracharse al cementerio, que es como el lugar más tranquilo, y llega otro piño entonces él grita marri marri peñi y del otro piño responden igual y se quedan todos juntos, o no, pero siempre en buenos términos. Al rato estaba enseñándonos a contar hasta 10 en mapuche pero todos habíamos tomado mucho, y a él se le enredaba la lengua cambiándose de un idioma a otro, y nosotros apenas entendíamos que quería que repitiéramos después de él. De pronto el músico gritó ¡Victor Jara!, tocó unos acordes, acercó la boca a una peineta pegada con Scotch a la guitarra y empezó a tocar “El hombre es un creador”


mientras el mapuche nos contaba por qué estaba borracho en pleno centro de Santiago: había llegado 24 horas antes con un grupo de amigos y un lienzo para protestar por el encarcelamiento de un tío de él enjuiciado por la ley antiterrorista, habían ido a La Moneda, perdido el lienzo en un breve enfrentamiento con la policía, y posterior a eso se habían perdido entre ellos, o él se había perdido de los demás, y tampoco sabía si los demás estaban todos juntos o no, pero hace un rato se había encontrado con algunos de ellos y ¡los había perdido de nuevo!, nos decía que al amanecer se iría directo a hacer dedo hacia Cañete, nos decía que el músico –que seguía babeando mientras cantaba Victor Jara- era su yunta, la persona con la que tenía que quedarse para que, por ejemplo, le dijera dónde ir a hacer dedo. El care’loco le dijo que tenía que tomar una micro a San Bernardo pero el mapuche no tenía idea de dónde quedaba eso ni de cómo llegar. Ahí viene el Enano.

A la sombra de este cogollo sanvicentino me acuerdo o invento mejor cómo pasaron los sucesos posteriores. El Camello me decía que nos fuéramos luego porque estaba chomier, y el care’loco gritaba cosas como “yo todos los días de la semana escucho a los Beatles a la misma hora, pero siempre me doy cuenta después, lleva como dos meses pasando”, o “puedo caminar por la calle y cruzarme con mi mamá sin reconocerla ni saludarla, no de pesao, pero es que caminando por la calle no puedo andar mirando todos los miles de rostros que pasan frente a mí y más encima tratar de que alguno encaje con alguna imagen mental de rostro que tenga más o menos presente”, o “vámonos a un local que yo conozco, o sea no es que lo conozco, es que trabajo ahí, y estamos con los cabros weando aentro del local, poh”, a lo que el Camello respondió: “y hay mote?”, “no na de mote pero a mí todavía me quedan estas hojitas, que son caleta igual, vuelan distinto sí, como que quedai más pegao más pa dentro más ensimismao, jajajaja, ensimismao, pero sirven poh, se pasa bien o sea yo lo paso bien aunque ustedes igual lo están pasando bien, creo, jajajaja”, o “conchetumare que me dio rabia weón cuando salió el video de que mataron a Gadafi, OTAN y la conchetumare, era el mejor país de áfrica, weón, la bandera más cuática del mundo, y el otro día que me dio rabia de nuevo porque puse Gadafi en google y no sé qué estaba buscando que era con ‘s’, stencil por ejemplo, y la weá me ofreció Gadafi sodomizado y Gadafi sodomizado antes de morir y weón esa weá fue la OTAN de la conchetumare”, o “cada vez que carreteo de noche en el centro pasa esto mismo, como que hay esquinas con gente tocando tambores y grupos de curaos bailando en la calle y músicos y gente de todos lados y de pronto pasan compadres vendiendo chela, alguien se saca un pito, conocís una mina que te queda gustando, le metís conversa a un prostituto homosexual, ese de ahí, que dice que va a instalarse en Bellavista con un hostal gay, llamado ‘Hostal Diversidad’, o un músico como mi compadre que nos toca canciones con una peineta”, y en ese momento agarra la guitarra del viejo y canta “Don’t let me Down!!, Don’t let me Down!!, Don’t let me Down!!, Don’t let me Down”. 

Las cosas habían seguido sucediéndose no sé cuánto rato más cuando el Camello insistió en que estaba chomier y nos convenció a mí y al care’loco que nos fuéramos, nos dimos vuelta y nos fuimos de un momento a otro, levantando los brazos en señal de despedida mientras el joven mapuche y el músico nos gritaban o decían cosas o yo que creí seguir escuchando esos gritos cuando me acordé de un vendedor de cervezas que le dijo al Camello que en el puente 5 estaban todas las manos, como una señorita muy amable a la cual se acercó el care’loco y le dijo: “He recibido cierta información de que por este sector yo podría tal vez conseguir una transa de cannabis”, “no es ná cannabis pero pasa las dos lucas”, el care’loco no tenía las dos lucas así que se las pasé yo a la señorita y ésta se alejó de nosotros sin decir nada pero se acercó otro personaje y nos dijo que ya volvía, que la mano es más allá y mientras nosotros dudábamos de la confiabilidad de la mujer apareció de vuelta con un papel que al abrirlo nos sorprendió gratamente con un smoking además del producto en cuestión. 

Oh el Enano que es bueno pa fumar. En ese momento apareció Gonzalo, Médico Pediatra cincuentón oriundo de Concepción pero con residencia en Coquimbo, estudiado en la Universidad de Chile y completamente borracho, digno en todo caso, de pie y bien despierto… cuando prendimos el paragua preguntó si era marihuana a lo que el camello respondió que “no, esto parece que es neoprén con marihuana y debe tener cal y hasta comida pa perros”, y Gonzalo lleno de dignidad agarró el porro y le pegó una sola quemada profunda y  botó montón de humo y empezó a contar historias como “mi mujer murió hace 10 años, imagínate, me quedé con los niños que ya estaban grandes y ahora son adultos, ni me pescan, de vez en cuando los veo pero ellos andan en la suya y yo en la mía, mejor, si hay un momento en que uno tiene que darse cuenta que los hijos están haciendo sus cosas, no puedo estar llamándolos todos los días para saber cómo están, si están más preocupados de andar pasándolo bien, o mi hija está preocupada de su guagua y de su pareja”, o “por ahí por el ’87 armamos una tremenda barricada afuera de la facultad, llegaron montón de pacos, pero en esa época no eran tan fuerzas especiales como son ahora, la cosa es que la barricada armada y el guanaco tirando agua y yo agarro una piedra grande y se la voy a tirar de frente al guanaco, no andábamos encapuchados, sí, y me pego una resbalá y me saco la chucha en el pavimento, en plena calle, yo solo frente al guanaco y a los pacos… bueno me paré y corrí un poco pero había quedado adolorido y al ratito llegaron un montón de pacos, me pegaron 20 palos y me subieron a la cuca, zapatilla, no sé, yo había quedado medio mareado, y pa qué te cuento adentro de la capacha, nos sacaron la chucha un rato y nos soltaron, nada de procedimientos judiciales ni nada, una pateadura y pafuera”,  o “creo entender bien más o menos qué son esos países, como Bélgica o Suecia por varios motivos, yo soy un weón que lee libros de historia, poh, no tantos pero he leído harto por ejemplo de la segunda guerra mundial y también conozco, por decir algo, más o menos la bibliografía de Raúl Sohr, jajaja, también leo Wikipedia, la considero la más grande e importante enciclopedia de todos los tiempos, me parece espectacular, completísima, un proyecto interesantísimo de la humanidad”, o “hace unos años mi hermana me invitó a ver en su casa la “gala” de “Rojo Fama-Contrafama”, ese programa de mierda que dan o daban en la tele, la gala, y sabís que hice weón, fui con una tijeras, y cuando estaba empezando la transmisión corté el cable de la tele, a sabiendas de que era la única tele, lo corté y les dije que reunirse en familia para ver una cosa así en la tele era terrible, que no le podían estar haciendo eso a sus hijos, a mis sobrinos, me sacaron la chucha, un hermano de mi cuñado me sacó pal patio y me pegó un buen combo en l’hocico y dos buenas patadas en el suelo, yo me dejé no más y después me fui, pero mi hermana no me habló como en dos años, le dolió montón”.

El Camello estaba diciendo que con el paragua había quedao más digno cuando apareció el joven mapuche con un chimbombo de vino pipeño lleno, con el músico y la peineta y toda una especie de espectacularidad que los rodeaba, preguntando que quién era ese caballero que estaba ahora con nosotros y tomando del chimbombo chorreándose no poco vino, hasta que don Gonzalo –insistíamos en llamarlo así- agarró al músico todavía baboso y lo puso a tocar Arriba en la Cordillera, cantándola de forma exageradísima, ridícula, momento en el que el Camello y el care’loco me invitaron a hacer la misma de nuevo: ponernos de pie y empezar a caminar para irnos. Y claro, nos fuimos. En el camino le empezamos a decir Enano al care’loco porque nos contó que así le decía todo el mundo, que care’loco era su pseudónimo bohemio.

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