Son las 16 horas aprox. del 27 de febrero de 2014, estoy
sentado en una banca del parque Quinta Normal, lejos de la laguna, el sol
golpea cada cosa que toca, experimenté una alta temperatura en mi cuero
cabelludo pocos segundos después de exponerme directamente a la luz, calculo
unos 32 ó 33 grados centígrados, la vegetación se mantiene estática excepto por
leves ráfagas de viento que soplan en el parque cada cuatro u ocho minutos, las
copas de los plátanos orientales, eso sí, parecen estar siempre bajo los
efectos de una leve brisa, las hojas, casi todas verdes, revelan apenas la
cercanía del otoño, pero en los alrededores visualizo algunos montones de hojas
secas que los jardineros han sacado de encima del pasto, al que parece no
afectar en nada si está a la luz o a la sombra, las flores de los arbustos
están totalmente abiertas y apuntando directamente hacia el sol, uno que otro
perro ronda por el parque, pájaros casi ninguno, uno que otro tuique sobrevuela
las copas de los plátanos, insectos hay, no tantos, nubes de mosquitos sobre el
pasto, a la sombra o al sol, un abejorro pasa de vez en cuando, alguna avispa,
las moscas rondan los basureros, los matapiojos pasan a toda velocidad frente a
las flores, algún jardinero a los lejos empieza a regar el pasto, más que nada
inundándolo, y algunos gorriones y zorzales bajan de sus escondites y revuelven
la tierra mojada en busca de gusanos, tal vez, basuritas que comen, algunos
también se revuelcan en el agua, hunden la cabeza, aletean, con las patas
metidas en el barro/agua, a una tórtola le cuesta despegar toda mojada, un
perro se acuesta sobre el charco, de unos diez centímetros de profundidad, y
queda mojado de la mitad para abajo, muy alegre y contento siguiendo al
jardinero en su trabajo, arrastrar las mangueras para allá, ir a dar el agua,
caminar en busca de otra manguera, moverla hacia el pasto seco, cuidando de no
mojar donde haya personas, bajo las sombras de los plátanos orientales, todos
llenos de nudos, tumores, deformaciones en sus troncos que a veces parecen
hasta bonitas, formas interesantes, sufrientes, troncos que sostienen sendas
ramas llenas de vida, nidos de arañas, endebles nidos de tórtolas, mosquitos y
pájaros jóvenes revoloteando, aprendiendo a volar, también algunas araucarias,
no de las mapuche, araucarias brasileñas, tres, cuatro veo desde aquí, con sus
troncos rasposos y hojas secas y duras, sobre una, una tremenda madriguera de
loros tricahue, calculo un metro y medio de largo y unos 80 centímetros de
diámetro, como un huevo alargado, un loro sale y camina trepándose por los
bordes exteriores de la construcción, agarra algunas ramitas y parece ponerlas
de nuevo, parece estar reparando la madriguera, que tiene unas ocho entradas,
tal vez, y de la que de vez en cuando sale o entra un loro, con cosas en la
boca o no, y de pronto escucho un revoloteo, vuelvo la cabeza a la madriguera
tricahue, y unos veinte loros salen disparados, todos en la misma dirección,
volando a toda velocidad, se pierden ya en las afueras del parque, hacia el
poniente, gritando como loros. Hoy es el jueves 27 de febrero de 2014 y la
Quinta Normal está igual que siempre no más.
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