Antes de la aparición de Cristina
Volta (la transliteración es personal), la tribu urbana de los
enmascarados estaba apoderándose del downtown
de las principales ciudades del país. La voz inglesa downtown
era una de las más fuertes banderas de lucha de los enmascarados,
que buscaban no sólo apoderarse del centro histórico de las
ciudades sino también de las zonas más periféricas, aunque dejaban
los sectores de clase media prácticamente sin intervención. La
figuración de Cristina Volta, en todo caso, no fue importante sino
hasta que se perdió el centro de la capital, cuando el
autodenominado “Movimiento Social Enmascarados” perdió
asesinados a sus principales líderes y, para la prensa
internacional, se transformó en nada más que una serie de enclaves
armados supuestamente sin proyecto social.
En ese
entonces, Cristina Volta era una militante de base de uno de los
enclaves periféricos de una capital regional a unos 130 kilómetros
de la capital nacional. Como este enclave rendía tributo y debía
obediencia directamente al “Enclave Capital-Downtown”, la muerte
de los líderes los dejó temporalmente sin cabeza y los enclaves
periféricos de las capitales regionales fueron cediendo militantes
rápidamente a los enclaves de los downtown.
Critina Volta ya tenía ciertos lazos con Pedro Albañil y al ver
que su grupo no podía mantener la militancia constante, se incorporó
al enclave de Pedro, que todavía no llegaba a los más altos mandos,
pero de quien se sabía que alcanzaría los más importantes puestos
dentro de la organización.
Cristina
Volta es recordada especialmente por la “Noche de los Enmascarados”
(conocida posteriormente también como la “Noche de Cristina
Volta”). La organización de este evento fue repudiada por amplios
sectores de la militancia, pero era fuertemente apoyada por los
simpatizantes populares y especialmente por el pueblo pobre, que veía
en ese tipo de eventos una solución real al gran problema que
aquejaba a la nación: el aburrimiento. Cristina Volta se refería
con estas palabras al evento:
“Para
mi desencanto, a las 12 todo se acabó, y cada cual se fue cantando,
y en cada canto había dolor”.
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