viernes, 4 de julio de 2014

"No hay salida, esto es el infierno” 
-Mario Levrero 

 iba corriendo por una especie de condominio, tal vez un grupo de los llamados “blocks”, me imaginaba que era en algún lugar cerca de vespucio con las torres, no sé si hacia peñalolén o hacia macul, corría y me venían persiguiendo un grupo de hombres, yo me metía en algunos departamentos que parecían estar también conectados por dentro, vía pasillos interiores, escondidos, además de las escaleras centrales de metal, a veces de madera, y me metía debajo de una cama, tal vez, o detrás de una puerta, hasta que luego de un tiempo indeterminado finalmente me capturaban, me aporreaban un poco, casi nada, para traladarme con los ojos vendados a una habitación cerrada, donde no me decían nada ni me sacaban la venda, estaba ahí por mucho tiempo, un par de días incluso, hasta que no aguantaba el hambre y la sed y entraba poco a poco a retirar la venda de mis ojos, viendo que la pieza oscura tenía un sinfín de salidas, ni siquiera un salto era necesario, simplemente salir, al condominio, a caminar por los patios, a meterme a algún departamento, una pieza con cama, cómoda, clóset, un buen domitorio donde me relajaba, hasta que entró una desconocida haciéndome callar, “shhhh”, y con un gesto, que la siguiera, era de noche, caminamos por algunos pasillos interiores y cruzamos un pileta vacía rodeada por edificios, 4 pisos por block, luego un portón en medio de una pared, y del otro lado un galpón no demasiado alto, como de escuela básica, adornado hasta el tope con propaganda incluso revolucionaria, y un grupo de hombres, militares o no, se abrazaban, parecían estar felicitándose por algo, entendí que se habían tomado el poder, así que reconocí entre esos hombres a algún antiguo amigo o padre o mentor, me acerqué con rabia y encajé en su nariz dos o tres de mis nudillos derechos, con la fuerza que haya podido hacerlo, entrando luego en pánico, escapando por los edificios, por interminables escaleras interiores en esos blocks, me daba cuenta que el condominio no tenía sentido, pero encontré una piececita, en un segundo piso, metido debajo de la cama miraba hacia la calle, estaba en uno de los bordes del condominio, más allá de la reja que delimitaba el territorio del condominio parecía haber una población, que me pareció más parecida a una población en pudahuel que en peñalolén, casas bajas y pequeños negocios locales, cuando veo salir de entre los pasajes a un grupo de encapuchados portando bombas mólotov, neumáticos, gritan consignas que no alcanzo a entender, se acercan a la carrera a la puerta del condominio y, forzando la reja, instalan una barricada justo en la entrada, no demasiados segundos después aparecieron las tanquetas y piquetes de soldados con cascos de guerra, dispersando a los manifestantes, persiguiéndolos por algunos pasajes, afuera del condominio, entonces me di cuenta de mi situación, estaba en uno de los bordes, siguiendo los bordes podría encontrar otra salida,y así hice, pero poco más allá los edificios llegaban hasta el borde mismo de la calle, se podría haber hablado con los habitantes de la población desde la ventanas, pero estaban tapiadas con madera, tapadas aparentemente por los mismos habitantes de la población, clausuradas por fuera, sólo proseguí mi camino, a veces creía alejarme del borde y muchas veces perdía territorio avanzado por la cercanía de mis perseguidores, casualmente crucé una puerta al final de un pasillo y me encontré en un trozo de pasto, bastante escondido, con algunos matorrales incluso, que se extendía entre la pared de ladrillos de un block y la reja de la calle, era de noche, no pasaba nadie por fuera, parecía ser una calle como avenida méxico, en la florida, pensé que podría quedarme una semana ahí sin que me capturaran, aunque decidí seguir, bordear la reja en busca de un portón, la clase social de las casas de la otra vereda se mantuvo estable durante algunos kilómetros, mientras los blocks se alejaban cada vez más, dejando una gran explanada entre la reja y la línea de construcción, esta explanada no tenía árboles, sólo arbustos, y se dibujaban caminos de cemento en el pasto, a veces aparecían flechas que indicaban a un lado u otro, pensé que sería para preparar alguna marcha militar, también pensé que si mis captores me encontraban por ahí la única escapatoria sería correr a los departamentos, y sin darme cuenta estoy llegando a una gran explanada de cemento, llena de oficialidad militar, guardias muy bien uniformados, no armados, cuidando un gran portón, siútico en su estética, veo de lejos que un niño sale caminando, así que me acerco y busco oportunidad de salir también, ningún guardia repara en mí, no sé si pertenecerán a la misma institución que mis captores anteriores, veo a un infante, 9 años, parado frente a una apertura del portón corredizo, un grupo de 4 o 7 guardias tapan con sus cuerpos el espacio por el que se puede pasar, observan en todas direcciones hasta que le hacen un gesto al niño, quien camina sin detenerse directamente hacia un guardia, en el último momento, varios guardias caminan en distintos sentidos y el niño pasa entre ellos casi como por casualidad, cerrando, los guardias, estrepitósamente el portón inmediatamente después, asumo que no tengo ninguna oportunidad de salir por ahí, camino de vuelta por la explanada cuando veo grupos de jóvenes sentados en bancas, estas bancas están ubicadas en medio de la explanada, alguno se me acerca y me pregunta si estaba muy difícil el trámite de cruzar el portón, “imposible” le respondí y se ofreció para acompañarme un rato, dijo llevar mucho tiempo tratando de salir y queríamos empezar a analizar métodos alternativos para escapar, pero no sé qué pasó que este joven cayó al suelo en una especie de ataque cardíaco, tuvo espasmos, y cuando tomé su pulso no había nada, se acercaron algunas personas que armaron un alboroto, algunos gritaron horrorizados, otros me tomaron de las solapas y me llevaron hasta los edificios, lanzándome dentro de la primera escalera exterior, momento en el que noté que estaban buscándome, mis captores de nuevo me perseguían, y volví a correr entre los edificios, encontré escaleras imposibles, me metí abajo de algunas camas, pasé horas detrás de una puerta esperando que no me encontraran...

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