lunes, 1 de octubre de 2012

Érase una vez en Renca el lenguaje procedimental

Los sondeos no son instrumentos que revelen la voz del pueblo, sino sobre todo una expresión del poder de los medios de comunicación sobre el pueblo; y su influencia bloquea frecuentemente decisiones útiles y necesarias, o bien lleva a tomar decisiones equivocadas sostenidas por simples ‘rumores’, por opiniones débiles, deformadas, manipuladas, e incluso desinformadas. En definitiva, por opiniones ciegas

GIOVANNI SARTORI

Esto me lo contaba un amigo el otro día en la plaza de Renca, donde estaban unos flaites fristaileando como longis, o sea: rimando con puros gerundios, como pollos culiaos. Lo que equivale a hacer todos los días una caca del mismo color, del mismo volumen, con el mismo olor, por cuya limpieza de ano te gastai la misma cantidad de papel higiénico. En otras palabras, los tipos no vivían sino que se reproducían biológicamente, eran homos sacer, expuestos a que cualquiera les diera muerte por la espalda con un arma de cualquier tipo o incluso a golpes de puño y pies, sólo porque sí, por pollos, por longis, por sapilongis, por estar fristaileando con puros gerundios, en circunstancias que la lengua castellana tiene varios cientos de miles de voces y, no obstando aquello, existen otras cuantas lenguas accesibles, así como la posibilidad de inventar nuevas palabras, puesto que el lenguaje no es estático: es dinámico. Es mutable e inmutable a la vez, como afirmó un suizo a quien hoy se le atribuye la paternidad de la semiología y de la lingüística moderna. Pero, en fin, como se acabó la modernidad, o por lo menos se encuentra en una crisis bastante evidente, nosotros estábamos en la plaza de Renca, para variar fumando unos cuetes y tomando unos sixpack con otra gente, buena pero silenciosa, cuando mi amigo me contó esta historia:

Sonó el teléfono en la casa de mi amigo, que en realidad es un departamento en un piso veinticuatro, sito en calle Portugal, comuna de Santiago centro, región metropolitana de la administración territorial y política del estado de Chile, cuando al momento de contestar, una voz le dice: "buenas tardes, señor, estamos haciendo una encuesta sobre las próximas elecciones municipales: ¿usted vota en la comuna de santiago?", sin darle la menor posibilidad de saludar o preguntar el nombre a la interlocutora -porque era una mujer, a juzgar por el timbre de la voz- ni mucho menos de interrogarle por cómo estaba siendo su día, si acaso tenía hijos o estaba contenta con su trabajo, pero como mi amigo había trabajado antes en algunos colcenters para pagar sus estudios del Magíster en Vulcanología y Ciencias Telúricas, no le quitó tiempo a la hembra y contestóle: "sí", a lo que ella, probablemente siguiendo un algoritmo escrito en la pantalla de un computador donde, a su vez, ingresaba la respuesta, traduciéndola a un dato objetivo, le preguntó: "¿y cuál es su preferencia para estas elecciones municipales?, ¿Pablo Zalaquett, Carolina Tohá, otro-candidato?", pregunta compuesta por -al menos- dos partes, que mi amigo no dudó mucho en contestar con las últimas palabras enunciadas por la trabajadora del centro de llamados: "por otro candidato... Mario Aguilar, del Colegio de Profesores", "Mario Aguilar, correcto", expresó ella, quizás sin conciencia de que estaba repitiendo las palabras de mi amigo, mientras ingresaba aquellas letras al ordenador de la empresa de llamados telefónicos que, a su vez, vendería posteriormente los datos a alguna empresa de análisis de opinión pública, "y, ¿con qué nota, de 1 a 7, evaluaría la gestión del actual alcalde Pablo Zalaquett?", "con un 4" respondió mi amigo, de un modo un poco titubeante, como si hubiera querido decirle algo más, algo como que un número no puede evaluar algo así como la gestión de un alcalde, pero no quiso argumentar, porque él mismo había trabajado, como ya dije, en colcenters, y había tenido que escuchar de la opinión pública algunas de las más atroces barbaridades que constituyen la chilenidad como: "a los delincuentes debieran matarlos a todos", entonces sabía que en ese acto había que limitarse a seguir el juego prestablecido.

La cosa es que mi amigo me contó hasta ahí no más. De hecho, cuando me dijo que había evaluado con un 4 a Zalaquett, acto seguido me dijo: "súper amarillo yo poh". "Y sí" le dije yo. "Y claro" le dijo otro de mis amigos, el que andaba con la yerba. Y después de la historia no pasó nada. O sea, pasó que mi amigo de la yerba hizo otro pito y nos lo fumamos ahí mientras los flaites seguían fristaliando, pero esta vez había llegado otro cabro, uno que notoriamente no pertenecía a la misma caterva execrable que rimaba con gerundios. Éste era un compadre más vío, que cantaba:

"Soy la visión de los hombres antiguos,
la arena vuelta sal, la piel escama.
Soy la sombra del ave sin altura
que un día, al fin, desgobierno proclama".

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