La demanda fue interpuesta por el ciudadano estadounidense John K. Cobain, ex trabajador de una de las fábricas centrales de la compañía, quien denunció que el principal producto a la venta en los "restaurantes" de la marca no era precisamente pollo, con lo que se configuraba el delito de propaganda engañosa.
Cobain trabajó como obrero en una fábrica al sur del Estado, donde tenía como labor alimentar a los animales que luego se sacrificaban para convertirlos "pollo" comestible. Según relató en el juicio, estos animales carecían de alas, patas o pico. Tampoco desarrollaban pelaje o plumaje, y desde su incubación hasta su sacrificio permanecían conectados a bombas que los ayudaban con la circulación de la sangre y con la oxigenación y proteinización de la misma.
El "corazón" del animal era una bomba hidráulica que abastecía de sangre a al menos una decena de "pollos". El trabajo de Cobain consistía específicamente en mantener estables los niveles de oxígeno, proteínas, grasas y lípidos en la sangre, lo que hacía analizando muestras que extraía directamente de los "animales" con una jeringa, para luego agregar, en unos recipientes de varios miles de litros, sacos de polvos que regulaban los niveles.
La ubicación del recinto era el secreto mejor guardado de la compañía. Sólo alguna decena de gerentes conocía la ubicación exacta, mientras que los empleados eran transportados en vehículos tipo "van" que los recogían en paradas rurales de buses interurbanos al sur del estado de Kentucky.
La demanda, interpuesta en primera instancia a finales de 1999, no acusaba a la compañía de producir carne de dudosa calidad, si no que buscaba configurar la culpabilidad en el delito de propaganda engañosa, para obligarla a pagar una indemnización a cientos de miles de ciudadanos norteamericanos, como parte de una estrategia de márketing de un buffet de abogados provenientes de Boston, que querían hacerce un nombre en el Estado de Alabama.
El buffet The Righteous Brothers se especializó en demandas colectivas, buscando en los más impensables espacios motivos para conseguir que grupos de ciudadanos demandaran a grandes empresas. El señor Cobain desde el año 1995 acusaba a la marca, a través de una sencilla página de internet, de haber creado estos verdaderos "montruos de carne", exigiendo, en una cruzada personal que nunca fue más allá del sitio web, que se detuvieran los experimentos con animales. El contacto entre uno de los abogados del buffet y Cobain se realizó a través de la pestaña "conversemos" del blog de John.
La presentación de la demanda resultó ser una gran obra de argumentación, confeccionada gracias a una inspiración súbita que apareció en el pensamiento del abogado más joven del buffet. Los abogados de la compañía demoraron varios años aplazando instancias antes de decidir negociar. Ofrecieron un millón de dólares para el demandante, y renovar la marca cambiando el nombre a KFC, eliminando la palabra "chicken" de toda su papelería y gráfica digital.
Antes de retirarse del salón, Cobain preguntó al negociador qué dirían cuando los clientes preguntaran por el significado de la sigla KFC. Desde detrás de las gafas oscuras, el buenhombre contestó que K y F seguirían significando Kentucky y Fried, pero que la C quería decir ahora "cakti", voz sánscrita que significa "cosa", "la cosa frita de Kentucky".
El caso tuvo cierta repercusión mediática dentro del Estado de Georgia, pero externamente la compañía invirtió millones de dólares en silenciar la noticia. En algunos países de latinoamérica incluso se levantaron falsas versiones oficiales acerca el cambio de nombre, que lo atribuían a acortar la marca, a simplificarla.
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