jueves, 8 de septiembre de 2016

Carta a la juventud latinoamericana

Hermanxs de clase y de leche

Hemos sido empalados
al interior de las vigas de los hormigones
durante demasiado tiempo
Nuestras genealogías de la aceptación
demuestran unas voluntades demasiado débiles
frente a las aguardientes de los soldados de la corona

Mimetizáronse nuestros gobernantes
como apuestos imitadores de la eurolibertad
fraguada con la sangre de los sin pantalones y de
millones de mujeres asesinadas por su sabiduría

Guerrearon nuestros antiguos
lo hicieron con arrojo y con necesidad
de su resistencia estamos hechos
Mas también nos constituye el enorme yugo patriarcal
que es el cordón umbilical de la razón fascista

Los cueros de nuestros tambores son casacas de las yutas
neoimperiales que custodian con tecnología de Jerusalén
las amplias extensiones de Wallmapu Patagonia Amazonía
Pampa Costa Cerro y Valle

Las ruinas
monumentales
de nuestras ciudades
nos aturden el vómito y aceleran el jale
de la moral
entre gritos de niñas que extraviaron a sus gatos

Rugen motores como la voz nacional de la huelga
Un camión sale de la habitación cancelada
y lleva abordo una cantidad tan chancha
de cadáveres
que hace que todos perdamos el nombre con ellos

La jeringa del joven poeta se cae a la vera
Asume su posición de riesgo
la entrada de los granaderos al campus
Advierte el desangramiento de la filosofía
a través de la sistémica picana síquica
que dioda las fortalezas
del pueblo sin enseres
Huye a encontrarse en el primer piso
de una vivienda de los tiempos del desarrollismo
donde estarían los camaradas
que aún no hubieran sido apuñalados
Es de una lluvia impresionante la calle
y el escombro es parte
de nuestros interiores
toda vez que el miedo nos gobierna

Tomamos noticia del peligro
pero nos avivamos el baile pues no queda de otra

Salimos a la mar como niños cazadores
ejercitando el arte de discernir
Somos muchos y seguimos naciendo
El pensamiento se nos sale por los bordes ficticios del ego
En silencio juntamos la cortina del día y la noche
haciendo indistinguible mismamente
nuestros propios límites
Entonces estamos fuera del horizonte
totalmente expuestos
al arbitrio de nuestra delirante potencia

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