viernes, 16 de mayo de 2014

la terrible historia de una anciana de 85 años que vende frutas en avenida matta esquina cuevas vereda norte empieza así: vocecita suave y aguda, llega con un carro de supermercado a la vega central, a eso de las 5 de la mañana, compra fruta al mismo locatario desde hace 20 ó 30 años, camina el kilómetro y medio de ciudad con su carro de supermercado para llegar a la calle cuevas, donde, apoyado en una pared, amarrado con cadenas y candados, la espera su localcito, que instala en plena calle, ella solita, a sus 85 años, para vender frutas con márgenes de ganancia muy bajos, con muy pocos clientes, alguna señora que frecuenta el local, algún estudiante o trabajador joven que pasa por un desayuno de plátano y pera, hasta el mediodía, cuando la anciana se ve sentada en medio de su localcito, deseando con todo el corazón que las peras se vendan antes de que se echen a perder, y se para, ordena la fruta en su carro de supermercado, desarma su puestito y lo arrastra pesadamente, sin apuro, a la pared donde lo amarra con cadenas y candados, dejándolo con toda la pinta de ser un montón de escombros, siempre con el miedo de que los del camión de la basura se lo lleven, o manden desde la municipalidad a sacar esos escombros de ahí, y camina luego por matta hacia el poniente, rumbo desconocido, hacia esa parte de su vida en la que no está trabajando, en que hace otras cosas, no se sabe qué, ojalá sean cosas bonitas y/o interesantes, ojalá que la anciana que trabaja muy pobremente en la esquina de cuevas con matta haga algo más que echarse en su cama a ver tele cuando no está trabajando. eso es algo que deseamos con toda la ideología.

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