martes, 7 de mayo de 2013

el éstele !

resulta que ayer en la tarde-noche oscura por el cambio de hora nos aprestamos a tomarnos una cerveza en botella de vidrio de 650 cuando nos percatamos que estábamos en la plaza de la marihuana (según el memo), pero como no teníamos marihuana nos tomamos la botella no más guardando siempre la insignia de la ésta bajo una bolsa negra que la hacía parecer, parece, más sospechosa, pero la cosa es que de pronto se nos acerca un compadre, un cualquier buena onda y amable y con amabilidad me pide fuego, y yo obvio que sí y lo empiezo a buscar cuando la ésta me lo saca de entre el zapato y el calcetín de mi pie izquierdo que se apoyaba sobre mi rodilla derecha, que ahí lo habíamos guardado para que no se perdiera, y mi compare lo agarra y empieza a prender tonto cuete y yo sorprendido empecé a increparlo con que cómo puede prender un pito así tan campante frente a mis ojos y con mi fuego y pretender irse así con el pito prendido sin darme unas quemás, y el éste como que duda un poco cuando me devuelve el fuego diciendo que claro que podemos fumar todos, pasándome el pito al mismo tiempo que se presenta con su nombre de pila y me saluda de un apretón de manos y con un beso en la mejilla para la ésta, contándonos un par de cosas acerca de sus perspectivas laborales a futuro, la micro que tenía que tomar versus la cantidad de tiempo que prefiere esperar en el centro en vez de esperarlo arriba de la micro, la universidad culiá donde estudia aunque igual encuentra que la calidad académica es buena (?), entonces fumo yo y le paso el éste a mi compañera que también fuma y le devuelve el pito al éste pero se lo devuelve apagado, estando él ya volao, y necesitado de fuego, se acerca a mi pié apoyado en la rodilla y sin preguntar ni nada sino siguiendo la conversación me saca el encendedor de entre el zapato y el calcetín, cosa que me cayó entero bien y se la celebré y él la celebró comenzando la segunda ronda del piticlín que siguió ardiendo por mi mano, por la mano de la ésta y de vuelta a la mano de éste quien notando que ya se estaba acabando la cuestión le pegó las últimas quemás y dejó la colita ahí para nuestro gozo y disfrute posterior, despidiéndonos nosotros dos de él con toda la alegría y él tan alegre como el estado de conciencia en el que nos dejó a nosotros, se fue caminando hacia el paradero, donde tuvo que esperar menos de un minuto a que pasara su micro y cumplir su cometido que fue siempre desde el principio subirse a la micro volao y viajar más interesantemente entre la plaza de la marihuana (según el memo) y la plaza san bernado, según contó, a pocas cuadras de su residencia. salud y gracias por leer.

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