viernes, 30 de diciembre de 2016

falta de creencia en la libertad misma


Cruzamos la calle como polillas atraídos por la luz amarilla, nos movía el hambre, nada más que el vacío de la guata. Teníamos las piernas las pesadas, cansadas de adrenalina y los brazos los sentíamos lánguidos y estirados. La garganta se nos había irritado de tanto grito insultando a los pacos: ¡Insensatos, cochinos conchesumadres, estultos, asesinos, inmisericordes, chanchos culiaos!. Habíamos reducido la irritación de lacrimógena e insultos escurriendo un abundante caudal de cerveza por la faringe. Caminábamos tambaleando, pero con el tumbao chorizo de soldados que ganaron la guerra. Pensábamos poco de tan borrachos simplemente fuimos vulnerables a la suculencia publicitaria. El hambre y el aliento a copete nos hicieron callar la verborreica piromaniaca insurrecta, para pasar piola. Que no se note que no somos nativos del lugar. 

Chocamos entre nosotros a cada paso, por lo mismo nos abrió amablemente la puerta un caballero entrado en años, mantienendo una sonrisa suave, lentes amplios y unas ligeras negras de pelo cano a cada lado de la cien.
 Nos fuimos en masa al baño, como un cuerpo homogeneo, casi tomados de las manos. Nos metimos todos en el mismo cubiculo cagadero. Sin perder la intimidad del roce, compartiendo el aroma a copete, bencina , sudor y lacrimógena.
 El Hetcheverria saca una bolsita hermética de lo que el llama Califunckin Widow, una mariguana criada en las más estrictas y controladas condiciones técnicas, dentro de un closet del barrio alto, todos y cada uno de los elementos que permitieron su crecimiento fueron mensurados y pensados en función de la máxima eficiencia y eficacia de la volá. El Braiyatan se sacó un paquete de papel de revista con una sustancia del color que resulta de muchas plasticinas mezcladas. Un legendario paraguazo de la San Pancracio, ningún calculo, registro o criterio fue empleado en el amalgamado alquímico de esta sustancia. Procedimos a mezclarlo para invocar un pantalón de milico, el perfecto camuflaje entre verde y café. Le prendimos fuego maldiciendo la vida de todos los funcionarios dictatoriales que vivían tranquilos, jubilados o recluidos en hoteles lujosos. Con cada bocanada de humo conjurábamos su incineración.

Terminado el sahumerio salimos riendo como hienas, despistados, con problemas de coordinación entre las manos, confundiendo los minutos con los metros, las palabras con los pasos y el pensamiento con el peso. Aveces nos paranoiqueabamos con la presencia de los pacos de punto fijo a la salida del restorán. Los mismos a los que hace un par de horas les arrojamos molotovs, nos aterraba la idea que nos reconocieran, que nos revisaran las mochilas, que cacharan donde botamos los guantes, encontraran los poemas de nuestros cuadernos que los leyeran y no les gustaran.

Hicimos la fila para realizar la compra, ahí estaba esperándonos el mismo pelao que nos abrió la puerta, sonriente, amable y triunfal. Lo veíamos a veces con la más elegante etiqueta italiana, otras llevaba puesta la ropa del Toni Rolando, la mascota-gerente de la transnacional que nos guarecía.  Me acompaña en la fila, me toma firmemente del brazo y me dice susurrante al oído:

“Cuánto más efectivamente se fortalezca el sistema de libre mercado, menores serán los costos transicionales de terminar con la inflación”

Llego a la caja y saco la Golden Card de mi viejo, aturdido y nervioso quedo mirando fijo a la cajera que tiene mi edad, el elegante caballero me aprieta el brazo para que reaccione, pido el combo 2, sin saber que contiene, sólo por responder algo. Entonces me susurra nuevamente:

"La responsabilidad social de los negocios consiste en incrementar sus beneficios".
Agrando mi combo y el tamaño de la bebida, deslizo la tarjeta y tecleo mi fecha de nacimiento.

“Un país donde se anteponga la igualdad a la libertad terminará sin ninguna de las dos”

Me acompaña a una mesa al fondo del local, mis compañeros como borregos nos siguen babeando sobre sus bandejas, todos pidieron el combo 2. 
Desenvuelvo la comida y el desliza su mano por mi espalda. Le pongo, mostaza, mayonesa y ketchup a mi hamburguesa. El caballero a ratos elegante a ratos payaso me mira triunfante como si ante sus ojos se hubiese construido un paraíso. Espera que masque la hamburguesa para decirme:

“De hecho, una de las mayores fuentes de objeción hacia una economía libre es precisamente que da a la gente lo que quiere en lugar de lo que un grupo particular cree que debería querer. Detrás de todos estos argumentos en contra del libre mercado se esconce una falta de creencia en la libertad misma” 

Afloja mi pantalón y recoge un cumulo de grasa coagulado en mis labios, mis compañeros comen y babean, el hombre mete su mano por mi pantalón rozando mi nalga, me acomodo para que pueda tocarme, la grasa lubrica Mcnificamente sus exploraciones digito-anales. Va marcando el ritmo con el que como. Entre gemidos y espasmos mancho con Kepchup mi polera del Che Guevara, milagrosamente caen sobre su frente, marcando los estigmas de la corona de espinas, el Cristo de la Higuera parece llorar sangre, pero la grasa y la sangre transmutan su gesto duro en una expresión de pasión, martirio y placer. Intento sin éxito mantener la compostura.
Para que el paco de afuera no se entere.
No sospeche, no se ponga celoso
No se ponga violento


Mis compañeros comienzan a desvestirse, a tocarse cada uno a si mismo y entre ellos. Deslizan por sus cuerpos la hamburguesas, se chorrean de bebida, muerden los hielos, gritan de placer al mojar las zonas de su cuerpo irritadas por las lacrimógenas, gimen, relamen, gritan… Jaime Guzman despierta y eyacula.

sábado, 3 de diciembre de 2016

Breviario litoraleño

1.

Una mañana desperté en la costa y sin dientes. Lo que había perdido, sin embargo, no era tanto la materialidad ósea con que masticaba hasta entonces carnes y frituras, sino esa dureza del lenguaje con la cual uno juega a ser juez del mundo. Así me criaron y hasta gusté de mí, padre de mis titubeantes poemas y orgulloso de la política que argumentaba con castizos conectores. De ese modo justifiqué filosóficamente mis miserias, con un orgullo igualmente mezquino cuyo vacío no me atrevía a asumir. Buen método para desarmar la democracia aprendida, entonces, era dejar de mascullarla por enfermedad.

2.

Dice Silvestri que Nietzsche llamaba estados valetudinarios a aquellos en que la potencia de un cuerpo se acrecienta por efecto de sus propias carencias. Por ejemplo, la persona que queda ciega a los treinta años aprende a diferenciar sonidos que antes le parecían iguales. Así, quien viaje al círculo polar puede aprender a distinguir los diferentes blancos en la materia, con más facilidad si se apoya de las diversas palabras con que los pueblos del norte llaman a esa escala cromática, plana para un hombre occidental que se cree a sí mismo blanco y que llama color piel al color de su piel. Para ejercitar un estado valetudinario, así como para someterse a un viaje sin devenir turista, hay que abandonar el cinturón de certidumbres sobre el que se edifica la soberbia epistémica que nos vuelve ciegos e idiotas. Séneca dice que de nada vale viajar, aunque viajes solo, si viajas siempre contigo mismo. No basta, entonces, con incendiar Chile, pues tanto la esclavitud como la policía están en todas partes. No queremos ampliar el desierto, por el contrario necesitamos multiplicar los oasis hasta que sus ríos, hoy famélicos, se toquen y compongan un gran caudal, capaz de inundar la tristeza que el capitalismo ha querido hacer ontológica, pero que no es más que otro de sus artificios simbólicos vuelto carne.

3.

La ciencia ha aprendido del error más que el humanismo. Todo lo que hemos creído hasta el momento como cierto muestra su debilidad ante lo nuevo cuando es glorioso. El pensamiento nunca se suspende. Marca sus inflexiones precisamente en los momentos del descubrimiento. Lo irrefutable del platonismo es que la idea se presenta como un descubrimiento. No sabemos lo que puede un cuerpo, tampoco sabemos lo que puede un pensamiento.

4.

¿Ha hecho falta que destruyera mis huesos de la palabra para contemplar las manifestaciones de la naturaleza de forma más humilde? Antes creía que trataba con respeto. Sin embargo, quizás no era cuestión de contemplar sino de participar activamente, de dejarse afectar mas también de afectar, de incidir en los acontecimientos. De desplegar la voluntad. En eso consiste la agencia. ¿Cómo llega la idea, entonces? Ésta se presenta como un camotazo o un coliguazo, como un golpe cuando menos, es decir, con fuerza y hasta con violencia, y procede de la composición del pensamiento con otros pensamientos. La idea sacude a la certeza de modo que funda un nuevo estado del pensamiento, se impone en la pizarra de la historia como un punto que deviene mancha, una isla o un lago en un mapa, aunque de cerca más bien sería como el cráter de un volcán. Todo esto le parecerá muy cartesiano a mi compeñi.

5.

Asimismo hay quienes convirtieron un delirio en su ciencia, cual fue el caso del doctor austriaco que se fue al campo de Estados Unidos y quiso medir la pulsión. Su historia es triste, pues conjugó la ingenuidad y la confianza con una voluntad de liberación. Huido del asedio nacionalsocialista por freudiano y por marxista, creyó que aquello de la libertad en el país central del norte de América era algo efectivo. Fuóse a instalar a una universidad por las Pensilvanias con el objeto de experimentar sus teorías sobre el libre flujo de la sexualidad como método para la revolución social. Allí diseñó una máquina de la que captaría la energía de la vida, el acumulador de orgón, en cuyo desarrollo consiguió trabajar con diversas personalidades, incluido el propio Einstein. Como es de esperar para cualquier habitante de un país invadido por Kissinger y la CIA, a Guillermo Reinos, el doctor austriaco, lo metieron preso, esto en la época de la invasión norteamericana a Corea, donde hubo una gran purga entre los ciudadanos norteamericanos para perseguir al fantasma del comunismo. En su libro La función del orgasmo, el bueno de Reinos había demostrado que culiar era un acto biológico de afirmación de la vida puesto que materializa la voluntad y el deseo, y por lo tanto, los supuestos fines reproductivos son un apéndice de tan necesario acto. Murió en las prisiones del capitalismo tecnoliberal, confiscada su máquina y prohibidos sus libros. Al día de hoy, su pensamiento es relevado en películas documentales y detonaciones en las comisarías.

6.

Uno se puede encerrar en la creencia de sus virtudes, y convertir ese caparazón en la nave que nos permita navegar seguros en medio de la tormenta y sus cadáveres. Quizás no haya yerro suficientemente fuerte como para entrenarnos a oler las verdades en lo inmediato, antes bien, si somos cautelosos sabremos que estamos errando cuando nos llegan señales de la enfermedad. Para conseguir el despliegue del estado valetudinario requerimos haber sentido el dolor en su máxima potencia. La carencia radical. El abandono, la oscuridad total, el cero absoluto. Esa melancolía no es autodestructiva, es la condición de posibilidad del despliegue de la potencia creativa.

7.

Afinar los órganos para el camino ha de ser el ejercicio permanente del viajero. No obstante, que la preparación del viaje jamás concluya no quiere decir que el viaje no haya comenzado.